sábado, noviembre 04, 2006


ZEN...MUCHO ZEN

Nadie diría que lo que aparece en la imagen es el interior de un manicomio ¿verdad?. Así, a simple vista, parece que se tratase más bien de un interior japonés. Uno de esos lugares donde se practica el Zen. Y pudiera ser...Si el Zen consiste en un método encaminado a controlar el espíritu, para detener el curso del pensamiento y alcanzar la esencia de la verdad, ¿quién no nos dice a nosotros que en los manicomios, en realidad, lo que hacen los locos es practicar Zen...mucho Zen? ¿no es posible que el perturbado mental esté poniéndose a prueba para demostrar la realidad, su realidad, a base de pensar en no pensar?.
Si alguno de Vds. ha tenido la ¿fortuna? de visitar un psiquiátrico, se dará perfecta cuenta que lo que digo es cierto. No esperen encontrarse a los internos subidos por las paredes, tampoco se desplazan reptando, no. Con lo que uno suele toparse es con personas solitarias y silenciosas, que se deslizan por largos corredores, con una colilla medio apagada entre los labios, la mirada fija en un punto, la misma idea obsesiva dentro de su cabeza y la misma frase en su boca, como si fuera un mantra. Así, día tras día, semana tras semana, mes tras mes y año tras año. Aparentemente, sin pensar en nada.
Allí el tiempo se detiene sin apenas dejar huella, Cronos duerme, y sus habitantes, con una absurda mueca congelada en el rostro la mayoría de las veces, se dedican a hibernar, eximidos de esa onerosa carga que es asumir el paso del tiempo. Si no hay planes, ni hay proyectos, ni hay pasado y el futuro da igual porque va a ser más de lo mismo...¿para qué se va a preocupar uno del día que es hoy ó del que será mañana?.
Sus propias caras, de inclasificable edad, lo dicen todo. Lo único que no me encaja en esta relación Zen-manicomio es que dicho método trata de hacernos vivir la cotidianeidad de manera consciente, y mucho me temo que para ser inquilino de un psiquiátrico lo primero que uno se tiene que sacar es el carnet de inconsciente.
Cuando echas la vista atrás, a medida que te alejas de allí, kasisiempre verás a un sujeto taciturno que te saluda con la cabeza y te dice con un guiño, sin hablar, “donde me dejas, me encuentras”.
Paseantes reflexivos, silenciosos, solitarios, obsesivos...¿les suena?. En ocasiones nos deslizamos así por los corredores de la vida los que, en un alarde de imaginación, podríamos pasar por cuerdos.

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