lunes, diciembre 04, 2006

EN LA CONSULTA DEL DOCTOR (1ª Parte)



Federico entró en la consulta del medico y tomó asiento. El Doctor tenía junto a su mesa un montón de Historias Clínicas. Cogió uno de los sobres casi al azar y lo puso encima sacando la documentación que contenía en su interior.
El Doctor Zito se daba un aire a ese tipo que sale en los libros, Einstein creo que se llama. Tenía el cabello canoso y alborotado, unos gruesos bigotes de morsa y un aura despistado y nervioso que le procuraba un lamentable aspecto de chiflado.
La mesa estaba revuelta, llena de papeles y, sin disimulos, se veía sobre ella un diario deportivo y una revista de actualidad.

La enfermera que le ayudaba a pasar Consulta era una mujer menuda de aspecto vivaracho. Lucía unas vistosas gafas en forma de corazón. Su bata desabrochada, de un blanco inmaculado, permitía ver un modelo de falda tubo años 50 y una breve pero firme delantera. Adelita, además, era dueña de unas piernas bien torneadas que cubría con sexy medias negras con costura. Parecía una Bettie Page, pero a medio camino entre el pin-up y lo sanitario.
Sostenía en sus manos una revista del corazón, aunque en realidad ocultaba dentro del cajón La Crítica de la Razón Pura de Kant. Simplemente para no provocar desasosiego en los pacientes y otorgar aspecto de “normalidad” a la consulta.

El Doctor Zito examinó la Hª Clínica. Federico, nervioso, tamborileaba los dedos sobre la superficie brillante de la mesa. Miraba a través de sus gafas de montura metálica con gesto desconfiado y... ambiguo, muy ambiguo. Cortésmente esperaba que el Doctor pronunciara la primera palabra. El médico, antes de hablar, movió negativamente la cabeza:

-Es usted muy joven para este tipo de patologías, suelen aparecer en edades más avanzadas-
-Pues yo lo tengo desde que nací, ya ve-
-Eso lo dirá usted, no creo que se lo haya confirmado ningún médico, ¿me equivoco?-
El doctor sonrió con autosuficiencia.
-No sé, pero recuerdo que desde bien pequeñín ya me llevaba mi madre a Consulta por este mismo problema-
-Bueno, bueno. Póngase ahí junto a esa camilla, descúbrase de cintura para abajo y apoye los codos sobre ella de espaldas hacia mí-
Lo dijo sin mirar al paciente, como si se sintiera cohibido en su presencia sin saber muy bien porqué.
-¿Cómo? si yo no...-
-Venga, es solo un momento y no le va a doler-.
-Pero si yo no vengo a...
-Qué mala costumbre tienen los pacientes de decirle al médico lo que ha de hacer-
Miró a Adelita al tiempo que hacía la observación, evitando dirigirse a Federico en todo momento, tal y como si no estuviera presente.
-Vamos a ver, relájese-
Federico de reojo vio que el médico se calzaba unos guantes de látex y se embadurnaba los dedos con un pelotón de vaselina.
-Pero es que...esto es un error...mi...mire usted-



... mañana continuará.

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