martes, diciembre 05, 2006

EN LA CONSULTA DEL DOCTOR ( 2ª Parte )

....continuación...


Acalló sus protestas cuando sintió bruscamente que un dedo gordezuelo se instalaba en su interior al tiempo que la enfermera, desarrollando una inusitada potencia de luchador de Sumo, le obligaba a inclinarse hacia abajo apoyando ambas manos con fuerza sobre su espalda.
Sometido, sin decir ni pío, aguantó estoicamente el asalto del Dr. Zito hasta que éste, con gesto triunfal, se arrancó los guantes:
-No tiene usted absolutamente nada, todo en orden-
Adelita desde la mesa escritorio hacía señas al doctor agitando un papel en la mano, pero él no se daba por aludido.
-Ya sé que AHÍ no tengo nada- dijo Federico con retintín.
-Ustedes los pacientes lo saben todo. A este paso no sé para que vamos a servir los médicos, supongo que para recetarles lo que nos pidan-
La enfermera seguía haciendo gestos y muecas tratando de llamar la atención del galeno. Él, como si nada, continuó con la perorata:
-Vamos a ver ¿usted orina muchas veces en poca cantidad y aún se queda con ganas al terminar?¿si ó no?-
-Pues no, orino muy bien ¿y usted?- Federico respondió con aspereza, mientras se metía los faldones de la camisa dentro del pantalón, se atusaba el cabello y colocaba las gafas en un vano intento de recomponer su maltrecha figura.
El Dr. Zito, algo turbado por su mirada, no quiso entrar a la provocación aunque en su cara se traslucía el enfado por lo que consideraba una insolencia.
Adelita junto al doctor sostenía unos papeles entre las manos. Sus mandíbulas, arriba y abajo, hacían añicos un chicle.
-Mire Federico, yo no le he llamado para que venga a mi Consulta, de modo que si no está de acuerdo con mi forma de trabajar puede acudir a Atención al Paciente y...-
Sintió que un codo fino y puntiagudo se le clavaba como un cuchillo dentro del costado, era el codo de la enfermera.
-..exponer una queja ó pedir cambio de médico, lo que considere más... ¡¡ay, Adeliiita!! ¿qué hace?-
El facultativo levantó el pie del suelo al sentir que se lo taladraban con una broca del seis. Se contuvo para no lanzar un exabrupto al comprobar que era “ella” la que le había pisado deliberadamente con su tacón de aguja. Sin más contemplaciones le colocó bruscamente ante sus narices los papeles que tenía en la mano.


...continuará mañana...

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