jueves, enero 04, 2007

¡¡AY...QUE VIENEN LOS REYES!!


Vísperas de Reyes y aún no me he decidido sobre qué les voy a pedir. No sé si será porque con el tiempo me he convertido en una escéptica irredenta que cree en muy poquitas cosas: Ni en reyes, ni en papás (noeles o no noeles), ni en políticos, ni en belenes, ni tan siquiera en el reno que tira del trineo de Sta. Claus (por mucho que me digan a mi, ese reno tiene una cara de farsante que tira para atrás).
Es más, estoy por decirles que en realidad no he creído NUNCA en
esos reales sujetos con nombre evocador a colonia añeja, Magos de Oriente... ¿no les recuerda a aquella colonia que usaban nuestras abuelas llamada Maderas de Oriente? siií... hombre, aquella que tenía dentro del frasco un palito de madera -creo que todavía existe-.
Cuando era pequeñita y vivíamos con los abuelos en su casa del pueblo, los Reyes Magos traían los regalos la noche del día 5, pero lo hacían antes de irnos a la cama -en mi familia para estas cosas siempre hemos sido un poco excéntricos, y ya de paso nos acostábamos con los deberes hechos-. Un buen rato después de la cena yo percibía cierto desasosiego entre los mayores, un ir y venir de lo más sospechoso, pues justo un momento antes de que llegaran "ellos" más de un adulto de la familia salía de la cocina -que a la vez era comedor- al portal y, a través de un pequeño ventanuco practicado en la pared y velado por una cortinilla, yo veía un trasiego de sombras pulular por dicho pasillo.
Excitados y nerviosos regresaban dentro otra vez y al poco rato decían: "¿No oyes?...ya están ahí".
Evidentemente yo no oía nada -y ellos tampoco-, pero por si acaso les decía que sí a todo. Más que nada por no desilusionarles. Seguí la farsa unos cuantos años más -poquitos, no se vayan a pensar...-, hasta que ¡por fín!... dejaron de creer en tonterías. Igual que críos.
De todos modos les voy a contar un secreto: Todos los años coloco unas zapatillas rojas -que no tengo- bajo un abeto navideño -que no tengo-, junto a un plato de polvorones -que tampoco tengo porque ya me los he comido en Navidad- para esperar unos regalos de Reyes -que religiosamente tengo cada año cuando me levanto la mañana del 6 de enero-. Qué cosas...

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