martes, enero 23, 2007

AL OTRO LADO DE LA PECERA


No era mi intención inicial, pero no he podido resistirme a la tentación de dedicar el comentario de hoy a las nominaciones de Penélope Cruz y El Laberinto del Fauno para los Óscar de Hollywood.

De no ser así posiblemente me hubiera enredado en cualquier trivialidad, por ejemplo, ¿qué sienten los pececitos de colores que viven dentro de un acuario? Y me hubiera respondido a mí misma con una reflexión igual de tonta: Es posible que sea algo parecido a lo que sentimos nosotros ante la vida, pues me atrevería a afirmar que los pezqueñines en cautividad y los humanos tenemos ciertas similitudes.

Me explico. La vida en ocasiones es semejante a una gran pecera, nos proporciona una acogedora y aparente libertad que pone a nuestro alcance todo aquello que necesitamos para llevar una cómoda y plácida existencia, pero por otro lado nos damos cuenta que es una libertad mezquina y engañosa, pues pone a tiro de nuestras miradas, de un modo nítido y real, toda una serie de objetivos e ideales... la fama, las ilusiones, la belleza, el amor... pero, al igual que los peces, cuando creemos que ya lo estamos rozando con los dedos -o con las aletas- nos damos de bruces invariablemente contra un frío muro de vidrio. Es entonces cuando tomamos conciencia de la cruda realidad y nos damos cuenta de nuestras limitaciones, y que ese inframundo que antes nos parecía tan hermoso ahora no es ni más ni menos que una gran jaula de cristal o de metacrilato.

Pero por hoy, y sin que sirva de precedente, he preferido dejar de lado mi "filosofía de salón" para desearle toda la fortuna del mundo a Penélope Cruz. Ojalá se haga con la estatuilla. Y yo me pregunto... ¿porqué esta chica nunca ha sido -del todo- santo de mi devoción? ¿no habrá sido por puritica envidia? ¿porque es guapa y cosecha un éxito tras otro y además se encama con los mejores? puede ser, puede ser... Los mismos buenos deseos son para Guillermo del Toro y todas y cada una de las papeletas con las que participa en dicha rifa. Mucha suerte a ambos equipos para que no se estrellen en su camino hacia el triunfo con la dichosa mampara de cristal y regresen con las maletas cargadas de algo más que ilusiones.
De lo contrario daré en creer en mis propias "filosofías", y eso sí que entraña peligro...

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