miércoles, enero 17, 2007

PONGA UN NÓBEL EN SU VIDA SI QUIERE LLEGAR A VIEJO

Nuevamente me quedo perpleja ante una noticia de telediario. Dice que unos estudiosos han llegado a una conclusión: Las personas que han obtenido un Premio Nóbel son longevas y viven más años que el resto de los mortales que no han conseguido dicho reconocimiento.
¡Coño! pensé, eso se dice antes... De haberlo sabido, una cosa tan "sencilla" como es la de hacerse con un premio rancio y prestigioso como es el Nóbel y que, por otro lado, está al alcance de cualquiera, ningún insensato hubiera acudido al galeno ante la más mínima sospecha de padecer una patología, por el contrario, hubiera tomado el primer vuelo a Estocolmo y, además de haberse procurado fama, reputación, una medalla y un sustancioso y millonario estipendio, se hubiera asegurado una salud como un toro hasta llegar a convertirse en centenario.
Naturalmente y como ocurre siempre, los desfavorecidos que no han tenido acceso a la cultura, la tecnología, las artes o la política, están en franca desventaja. Por mucha imaginación que le echemos, el pastor que cuida un rebaño de llamas en la altiplanicie boliviana; el afectado por el SIDA de un país africano -a pelo y sin ningún tratamiento-; o la muñequita asiática, la niña de ojos rasgados, trofeo obtenido tras un largo periplo transoceánico por un tipo seboso que mueve su culo al ritmo caliente que le marca la nueva tendencia del turismo sexual, lo tienen mucho más crudo para ser Nóbel -y por tanto llegar a viejos- que un licenciado en Yale, un doctorado en Cambridge, un ingeniero de la NASA o un escritor con más conchas que un galápago.

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