miércoles, marzo 21, 2007

CALCULANDO

Por la mañana me siento creativa.
Cada persona tiene su “hora y su momento” para imaginar e inventar historias.
La mía es después de levantarme de la cama y desayunar, justo cuando estoy entregada a otras ocupaciones que no me permiten coger el bolígrafo o el ordenador.
No obstante, mientras limpio, cocino o paso la mopa, mi mente sigue urdiendo y procesando datos. Esos datos que se esconden en mi disco duro y que, unidos con mayor o menor fortuna, y dejados llevar por las propias emociones, dan lugar a nuevos proyectos, deseos o simplemente ilusiones.

En esas estaba el otro día, cuando di en pensar en lo mucho que tienen de complicadas las relaciones humanas. Es difícil caerle simpático a todo el mundo, pero echando mano de las matemáticas, el porcentaje y la estadística, pensé: “¡Caramba! Pongamos que caigo bien a ocho de cada diez personas que me conocen, eso sería tanto como decir ochenta de cada cien, ochocientos de cada mil u ochocientos mil de entre un millón...”
Barajar esa cifra me provocó vértigo, no lo voy a negar, pues... mirándolo así, fríamente, resulta que “tengo ocho posibilidades de entre diez de resultarle interesante a cada sujeto nuevo que aparece en mi vida (¡¡y ochocientas mil de cada millón!!)”. “Soy afortunada” pensé.

Pero... ¿es realmente cierto ese porcentaje? ¿la relación 8/10 es veraz?...humm... la respuesta que obtengo de aquellos a quienes pongo en el punto de mira y hago blanco de mis intenciones suele ser favorable la mayoría de las veces. Pero entonces no logro explicarme una cosa, ¿porqué cuando lanzo mis redes sociales al proceloso mar constituido por el resto de los humanos que me rodea, la mayoría de las veces sale llena de peces variados –intrascendentes, anodinos en ocasiones- y nunca consigo atrapar ese anhelado pececillo de colores que se me resiste y muestra escurridizo? ¿Será que la red tiene un roto? ¿Será que no la lanzo ni en el sitio ni en el momento adecuados? ¿Será que tengo sobredimensionado al pececillo y en realidad es más insignificante –aún- que el resto de ellos y por eso se cuela entre los hilos de la red? Siempre que alguien me resulta verdaderamente atractivo ¿está en el otro lado? ¿en el veinte por ciento restante formado por aquellos a los cuáles no caigo bien?

O no me salen las cuentas, o... ¡qué casualidad, hombre, ya es tener mala suerte! ¡Esto me pasa por pensar mientras limpio!

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