lunes, marzo 05, 2007

LAS AMIGAS DE LA DOROTEA


Domingo 4. Aún estoy asimilando el evento de la tarde de ayer.

Temprano, el sábado por la mañana empiezan los ejercicios de calentamiento. A las cinco de la tarde más o menos, hora taurina por excelencia, arranca el viaje iniciático desde mi casa hasta el Centro Cívico con un morral de cuero marrón colgado al hombro, una bolsa con ropa en una mano y un paraguas en la otra.

Trato de no estar nerviosa, es más, me autoconvenzo de que no lo estoy.

Hace una temperatura muy agradable y la tarde está soleada, dicen que esta noche habrá un eclipse de luna... no lo sé, nunca le he prestado demasiada atención a esas cosas astrales, me pillan un poco lejanas y me vienen demasiado grandes.

Por fin llego al lugar indicado. Se están ultimando detalles, prácticamente está todo a punto. Me ubico y dejo las cosas en el sitio correspondiente. Paseos arriba y abajo -esos nervios... -, tomo una pastilla, parece que empieza el dolor de cabeza y no quiera el demonio que... Aún no hay nadie ahí enfrente ¿qué tal se nos oirá?

Se acerca el momento, hay que vestirse y transformarse en "la otra". Cada cual se relaja a su manera, a mi me da por cantar La Campanera a grito pelado ( Ayyy, Campaneeeera...), incluso alguien se anima y me sigue.

Golpean con los nudillos en la puerta, ¡vamos, toca salir ya! Nos colocamos ante la rampa de lanzamiento, apretamos fuertemente nuestras manos para infundirnos ánimos, y en nuestros estómagos sentimos algo parecido a lo que debe ser tirarse en paracaídas.

Se abre el telón. Una potente luz nos deslumbra y estoy por decir que, providencialmente, impide que veamos lo que hay al otro lado. Hace calor, un calor horrible, ya no hay marcha atrás... aaaah, se siente. Al principio con algún titubeo, pero más tarde confiadas, "las amigas" le vamos soltando a La bella Dorotea una larga retahíla de improperios, hasta que un poderoso D. Manuel nos invita a abandonar el escenario.

Ya solas, entre bastidores, nos fundimos en un nervioso abrazo. Por hoy, hemos solventado la papeleta con eficacia. El jueves, en la próxima actuación, Dios dirá -y el público también-.

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