martes, abril 17, 2007

YA EN LA CALLE...



Decidió dejarse llevar hacia donde soplara el viento.
En el fondo se sentía tan vulnerable como un niño. La mirada fija en el asfalto cabalgaba sobre la grupa de sus propias pisadas y, lo mismo que si una mano invisible hubiera tirado de unas riendas imaginarias, se detuvo bruscamente ante la imagen de un perro pequeño que hacía sus necesidades junto a una farola. “Es perro”, pensó, “por la pose al mear y por... más cosas”. Era un chucho gracioso. Le silbó amistosamente pero el bicho ni se inmutó.
Siempre le ocurría igual con los animales ( y con los amigos y con los familiares...) Todos se acababan posicionando del lado de su mujer.
No era raro. Llegado el caso, él había hecho lo mismo...

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