viernes, mayo 11, 2007
LA AGENDA DEL MÓVIL
Nada más terminar el funeral, con unas ojeras hasta los pies y aspecto de haber estado de juerga durante toda la noche, entró en la cocina de su casa a comer algo antes de irse a descansar un rato. Abrió el cajón de los cubiertos para buscar el sacacorchos y... ¡allí estaba el móvil!
-“Dos días dando vueltas, busca que te busca, y mira dónde va a estar escondido, como para dar con él si casi nunca como aquí...”-
Lo encendió.
-“Menos mal que lo tenía apagado... aún me queda una raya de batería”-
De improviso sonó la alarma de un SMS. El sonido avisador era seco y estridente, casi apocalíptico.
Juan sufrió un sobresalto.
-"¡¡Coño, Darío!!”-
Abrió el mensaje y lo leyó:
-“Ni se te ocurra buscar el Rioja en el botellero, me he bebido hasta la última gota antes de irme. Creo que el vino que ponen allí es malísimo”-
Abatido, entre convulsos sollozos, se dejó caer sobre una banqueta de la cocina, pulsó en Opciones y borró el nombre del difunto Darío de su agenda.
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