viernes, agosto 31, 2007

ABRIENDO BOCA



El bar era un poco cutre, uno de esos bares de barrio con un perenne tufillo a calamares fritos y a gambas a la plancha. Se sentaron en una mesita junto al ventanal de la entrada. El sol se colaba a raudales y quemaba a través del cristal. Pidieron unos martinis y unas aceitunas rellenas.
Empezaron a hablar de sus cosas (un traguito de vermut); siguieron haciéndose confidencias (otro traguito de vermut)...
El gusanito que vive en el interior de las aceitunas rellenas saludaba y agitaba una bandera blanca en señal de paz; pero ellos, completamente ajenos y absortos, el uno en el otro, no le hacían ni caso. En un momento dado, la chica con gesto mimoso, le ofreció morder un trozo de la aceituna que sostenía entre sus dientes. Por supuesto, él, entró al trapo. Le besó los labios, mordió la aceituna, rodeó con un brazo su cintura y deslizó una mano bajo su camiseta, mientras con la otra le recorría la cara interna del muslo y dibujaba la costura de su pantalón vaquero.

Estaban, lo que se dice, abriendo boca.

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