Terminaron de cenar y se levantaron simultáneamente de la mesa. Él se quedó contemplando la vajilla y, tras unos instantes de vacilación, dijo:
-“Mejor, mañana, con más calma”-
Ella le guiñó un ojo con picardía, sonrió, le agarró de la corbata como si fuesen unas riendas, y tiró de él -suavemente pero con decisión- en dirección al dormitorio, a la vez que aseguraba:
-“No... No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”-
Al salir, apagó la luz de la estancia. Sobre la mesa quedaron bostezando de tedio unos platos con restos de comida reseca, unos vasos usados, varias servilletas de papel arrugadas y una botella de vino medio vacía –o medio llena...depende del grado de optimismo de quien analice la botella-.
-“Mejor, mañana, con más calma”-
Ella le guiñó un ojo con picardía, sonrió, le agarró de la corbata como si fuesen unas riendas, y tiró de él -suavemente pero con decisión- en dirección al dormitorio, a la vez que aseguraba:
-“No... No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”-
Al salir, apagó la luz de la estancia. Sobre la mesa quedaron bostezando de tedio unos platos con restos de comida reseca, unos vasos usados, varias servilletas de papel arrugadas y una botella de vino medio vacía –o medio llena...depende del grado de optimismo de quien analice la botella-.
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