miércoles, noviembre 14, 2007

LA REVELACIÓN


María Virginia estaba ya de cuatro faltas pero aún no se le notaba el embarazo. Un día el Mago Gabrielín, trompeta en mano, le hizo partícipe de una buena nueva: al parecer, sin comerlo ni beberlo, el causante de dicho estado de gravidez era un palomo gris.
De informar del sexo del bebé –niño- se encargó una ecografía rutinaria. La mujer sólo hizo caso de la segunda revelación, a la primera no le dio ninguna importancia, el mago hablaba inglés y ella no entendía ni jota.
Justo a los cinco meses del anuncio, María Virginia dijo “coño”, y Pepe, el rudo carpintero que hacía de marido se palpó la frente, cuando ambos recibieron la llegada de un rollizo vástago que tenía un par de alas tan hermosas como Pegaso.

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