lunes, diciembre 03, 2007

RÉQUIEM POR SPIDERMAN


Siempre recuerdo con una sonrisa al Hombre Araña.
Me acuerdo cuando antaño, antes de morir tan trágicamente, se acercaba por este inmueble y se deslizaba por la fachada del edificio, de abajo a arriba y de arriba abajo, saludando a los vecinos a través de las ventanas de sus casas. Conocía la vida y milagros de cada uno de ellos. Era un tipo tan entrañable...
La comunidad había decidido en una reunión, por franca mayoría de votos, hacerse cargo de su manutención; por eso a diario, en lugar de depositar en la basura los restos de comida de cada casa, el portero se encargaba de entregárselos al susodicho, debidamente almacenados en un Tuperware. Entre todos nos poníamos de acuerdo para que disfrutara de una dieta rica y variada, así pues le hacíamos partícipe del pan sobrante del día anterior; de aquellas lentejas con chorizo que se quedaron un poquitín pegadas en el fondo de la cazuela; de los macarrones con tomate que guisamos aquel glorioso día, como para un regimiento, pero resulta que luego sólo se presentaron el cabo y un alférez y sobraron todos, eso sí... resecos o no resecos, hay qué ver, tenían una pinta de muerte; alguna pieza de fruta que estuviera un poco “tocada”, en fin... todo ello muy surtido y muy nutritivo.
A cambio de tantos desvelos, Spiderman surtía nuestros hogares de cortinas que él mismo elaboraba de manera artesanal, con una hilatura viscosa y delicada que segregaba por el ano. Sólo teníamos que proporcionarle las medidas y sugerirle el estilo deseado. El plazo de entrega lo ponía él. Tenía mucho trabajo, en realidad había que aguardar una larga lista de espera.
Ay...daba gloria verle subido en la poyata de las ventanas, con el culo apuntando al interior de las casas, excretando, dale que te pego, metros y metros de hilo, igual que una máquina textil.
-Yo las quiero de gasa-
-Pues yo las prefiero de guipur-
- Para mi salón deseo que tengan unas caídas a los lados, recogidas con cordones trenzados y un bandeau ancho en la parte superior-
-Pues a mí mejor me vas a hacer unos estores para los dormitorios, ya ves.-
- Ay, sí... a mi también, pero que sean estores venecianos, quiero algo más barroco para contrastar con el dormitorio tan funcional que he puesto, que ahora mismo parece la celda de Santa Teresa de Asís...-

Spiderman no tenía ningún problema en atender cualquier demanda de estilo, estando siempre al tanto de las últimas tendencias y dictados de la moda en cuestión de decoración e interiorismo.
Todo hasta aquel fatídico día...
Una servidora siempre ha sido muy rápida de reflejos, tal vez demasiado impulsiva e inquieta. Algunas veces me han dicho que parezco una ardilla.
Una mañana fui a abrir el batiente de la ventana y topé con algo voluminoso. Pensé que se trataba de una paloma gigante o un buitre, lo normal en una gran metrópoli ¿no? Lo cierto es que no vi nada, sólo oí una especie de grito desgarrador que enseguida dejé de escuchar, no en vano mi apartamento está situado en el piso 22. Así que no volví a acordarme del tema ni le di la más mínima importancia.
Eso sí, me extrañó no ver ese día a Spiderman trepar hasta la casa de la viuda que vive en el piso 27, pues todas las mañanas le ponía unos granos de mijo y de maíz, como desayuno, en el alféizar de su ventana.
Total, que al cabo de un rato largo me asomé a la calle para sacudir al niño que estaba lleno de migas, y entonces es cuando lo vi...
Había una ambulancia estacionada ante la puerta del domicilio, y unos camilleros, sobre una camilla, se llevaban el cuerpo de un hombre envuelto en papel Albal como si fuera un salmonete. La del 27, que también estaba asomada, porque es una cotilla, me dijo a voces: “Es el Hombre Araña, dicen que se ha caído de la manera más tonta.”
-“Pobrecillo”- pensé.
Cambié el niño por un pañuelo y, agitándolo en el aire, le dije adiós.
El problema es que ahora no sé quién me va a poner la cortinas de la cocina.

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