martes, enero 08, 2008

CONTACTO




Quise probar. Eso es todo.
Yo venía observando desde hacía algún tiempo que ese tipo debía de ser un fenómeno en cuestiones erótico- placenteras, pues no había fémina que se le resistiera.
Todas ellas, al contactar con él y pulsar su “cosita”, vibraban. Sí, sí... como lo oyen, vibraban. Era un hecho objetivo y fácilmente contrastable que esas tías lo debían estar pasando de vicio, viéndolas estremecer de gozo y emitir unos sonidos guturales, gemidos, ronroneos, no sé... además de experimentar un ostensible incremento en su temperatura corporal.
De manera que un día probé suerte. Guardé riguroso turno detrás de la batidora, la plancha, la secadora y la tostadora eléctrica, hasta que por fin me llegó la vez. La cuestión es que así, en frío, sin ningún prolegómeno, me parecía de lo más heavy atacar sus partes íntimas. Total, me presenté y solicité su venia para proceder al asunto del toqueteo:

-Buenos días, caballero, me llamo Ana Casi Siempre, y soy una incondicional y rendida admiradora suya. ¿Sería mucho pedir que me dejara tocarle los agujeritos... ejem... usted ya me entiende...? Verá, siento una comezón que me devora, es más, no-pue-do con la zozobra.-

El paisano –con más labia que un don Juan, desde luego...- no me dejó terminar. Esbozó una sonrisa de oreja a oreja y exhibió “su cosa” abierto en pompa, dejándose hacer y procurándome toda suerte de facilidades.

De modo que sin más dilación, introduje mis deditos en ese sitio, y... ¿qué les voy a contar que ustedes no imaginen, mentes calenturientas y procaces donde las haya? ¡¡¡Convulsioné!!! Nunca había pasado por una experiencia similar, ¡ayyy..!
Desde aquel día mi vida cambió, incluso mi aspecto físico. Para que se hagan una idea, yo antes lucía una cabellera lisa y exenta de gracia; mi tez pálida recordaba el cutis de Margarita Gautier, aquella famosa Dama de las Camelias (¿o eran camellas? Qué lío, no recuerdo) y mis ademanes eran suaves (sosos). Pues ahora no, ya ven. Mi cabello está crespo y rizado, dicen que voy peinada a lo ”afro”. Mi cutis presenta un saludable tostado caribeño (achicharrado, según las malas lenguas). Y cuando me desplazo, lo hago con un gracioso y espástico vaivén, la mar de sandunguero, que algunos a mala baba lo explican como baile de San Vito, pero los amigos de verdad opinan que interpreto break-dance la mar de bien.
Estoy encantada, creo que me he enamorado de él. No me importa para nada tener que compartirle con “ellas”. Ni con “ellos”. No sé si les he dicho que su sex-appeal también atrae a los caballeros. Hoy hacían cola –con perdón- delante de mí, el secador de pelo, el aspirador, el portátil y el DVD. Lo que yo les decía, donde esté un buen enchufe... no hace falta kama-sutra ni cimbrel.

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