jueves, enero 17, 2008

LA ESCALERA CELESTIAL



La mujer recorrió varias ferreterías y tiendas especializadas en el ramo, buscando aquella escalera que se ajustara a sus necesidades. No logró su objetivo. En todas partes le ofrecían escaleras que, en el mejor de los casos, podían llegar a medir diez o veinte metros de longitud, pero de ningún modo le aupaban hasta el cielo para poder asomarse a ver las estrellas que se esconden tras las nubes como era su deseo.
Le hablaron de un tipo muy sabio que tal vez pudiera ayudarla. No se lo pensó dos veces y fue a verle. Cuando le dijo el motivo de su visita, el hombre reflexionó unos segundos y, tomándola por los hombros, apretó su boca contra la de ella hasta dejarla sin respiración. La mujer empezó a forcejear, pero los brazos vigorosos del sabio la inmovilizaban con fuerza, mientras una mano rápida y lasciva como ella sola, se colaba bajo la ropa y le palpaba espalda, caderas y pechos.
Finalmente pudo zafarse del abrazo del oso. Limpiándose la boca con el dorso de la mano, le escupió con rabia un ¡asqueroso! Entonces descargó con fuerza un puntapié contra los genitales del hombre.
El tipo aulló de dolor, se protegió la zona dolorida con ambas manos, y le dijo:

-“Usted quería subir y acariciar las nubes ¿no? Pues ha de saber, que siempre que he besado a alguna mujer me ha asegurado haber tocado el mismísimo cielo con los dedos. No entiendo qué puede haber ocurrido…”-

-“¡Cerdo! ¡Ni he visto ni he tocado el cielo, sólo he visto un cerdo volando, un repulsivo y nauseabundo cerdo!”-

-“Pues permítame que insista, es muy raro. Ambos estábamos juntos y usted no habrá visto las nubes, pero yo le aseguro haber visto hoy muy de cerca las estrellas”-

No hay comentarios: