miércoles, julio 07, 2010

AL SOL



Recuerdo días felices,
horas sin nombre,
tardes sin sombra,
evoco todas mis raíces
y me parece mentira
que, dando tanto amor
y llorando tanta gloria,
aún guarde incólume
en el desván de mi memoria
un poco de sitio libre
para lamer mis heridas
y acariciar a solas,
estando el alma dormida,
la huella de mis cicatrices,
tatuajes indelebles
diseñados en mi cuerpo
con tinta de color negro
cual crespones de difunto,
son las señas de preludios otoñales,
contraseñas de finales de un estío
de ratos inolvidables
en que me creí tu novia,
y tú, todo un caballero,
me obligaste a ser señora,
que si por mi gusto fuese
contigo hubiese volado
a gritos desde una noria
o aferrada a la grupa de un cometa,
y hubiese llegado el tiempo
de gozar casi en la meta
acerca de tocar el cielo
y rozar el cutis de las estrellas
desde un paracaídas
suspendido entre las nubes
por un hilo de algodón,
por la pluma de un gorrión
o el pelo de un calvo albino,
todo muy de quita y pon…
como los amores difusos
que no se ven ni se tocan
pero son del corazón.

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