Tardes de estío seco,
recuerdos sobremesa en una losa,
la elocuencia se derrama
y vuela, sutil,
como batir de alas de mariposa.
Tu nombre me evoca el eco,
dolor de espina de rosa,
la experiencia desparrama
de mano de la inocencia
y vierte, líquida,
como el agua que patina silenciosa
encima de una baldosa.
Mi alma se deshila por un fleco,
hilo que me ata a ti y a tu cama,
y doblega, temiente,
como amor adolescente
que se rinde ante una diosa.
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