lunes, noviembre 22, 2010

LAMENTO ESAS NOCHES ETERNAS


Lamento esas noches eternas
de cantos rodados,
hojas de acanto,
lechos de río sin arena,
risas y llantos,
sueños aparcados
a la orilla del camino,
ilusiones desbordadas,
esperanzas onduladas,
perspectivas modeladas,
son quimeras construidas
con barras de plastilina,
diseñadas a medida
para que sirvan a pocos
y encandilen a otros tantos.

Pobre de aquél que piense
que la hoguera de la suerte le ilumina
para que siga recto
la línea del sendero de la vida;
el fuego acaba quemando
y, cuando el viento le aviva,
la lluvia viene apagando
la lumbre que a la vuelta de la esquina
está aguardando,
ahí los pasos se desvían
y, medrosos, desafían al valor,
hundiéndose hasta las tabas
en el lodo de una mina.

La luz del conocimiento
no procede del azar,
y el manto gris que barniza
las neuronas de la ciencia,
derrama filosofía,
nimbos de colores sabios
dimanan de la razón
y entran en colisión
con las razones prohibidas
que argumenta el corazón.
Al final, quién pudo más…
la emoción y el sentimiento,
ciegos y ardientes los dos,
o la experiencia y el cerebro,
nidos de materia gris
y gélida sabiduría.

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