lunes, febrero 21, 2011

3º de "Los quinientos versos que hay en mí"


Siempre escupo la primera letra,
la primera frase y el primer verso,
cuando mi alma aún dormida
atrapa al cuerpo y le sacude,
sacándole de pavorosos sueños,
librándole de abrazos de Morfeo
y de Eros infinitos que se mecen
en cunas de quimeras.
Mis carnes doloridas
de entrañas palpitantes,
y mi sexo entumecido
por una larga espera
de promesas incumplidas
y anhelos prohibidos,
son silencios inflamados
en labios lacrados
que abrasan más
que mil bocas abiertas
surcadas por lenguas de fuego
y palabras que queman.
Así, poco a poco voy sintiendo
que desgrano poesía paso a paso,
a la vez que saludo un nuevo día
y barrunto el sabor a savia muerta
de mi tallo sin tu tallo,
cuando llega la hora
vespertina del ocaso.



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