sábado, febrero 26, 2011

5º poema de "Los quinientos versos que hay en mí"





Son más de cien los que voy viendo
desfilar ante mis ojos,
más de cien versos cubiertos
por el llanto y por el polvo,
y van volando,
van surcando cielos de papel,
aún sospecho que están rasgando
un alma dentro de él.
Mi poemas arrancan quejidos acallados
de un llorar enmudecido que a ti,
inviolable musa,
te hace sentir piedra
sobre un solar vacío,
y te hace sentir ascua
de una hoguera
en un lecho baldío.
Atardeceres rotos junto al mar
de viajes infinitos,
asoman sobre fotos arrugadas
con sonrisas congeladas
en poses estampadas,
de fondo, las erizadas olas
y rasantes vuelos de gaviotas
ondulan pensamientos
que se yerguen sobre mí
con arrogancia,
mientras atisbo,
rayano el horizonte,
aquella estrella lejana que señala
nuestro norte.
Es la hora creativa,
es el momento del día
en que, sentada frente a Poseidón,
presiento que poco a poco diseño poesía
con trazos inseguros
encima de una roca,
inspirada por el ruido de una caracola
enterrada entre la arena,
y el recuerdo de tus labios en mi boca
cuyos besos aún me queman.

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