sábado, febrero 12, 2011

PERSONAL E INTRASFERIBLE


Perdí mi identidad de modo irreversible, la perdí en el silencio de una noche sin luna, en el azul de un cielo sin nubes, en la oscuridad de un pozo sin fondo, en la inmensidad de un océano vacío. Confundí mi alma con la tuya y el corazón se tornó transparente, urna de vidrio donde guardar las cenizas de sueños imposibles, de amores prohibidos y de deseos candentes.
Extendí mi mano para asirme a la tuya, y mis dedos arrugados, lánguidas hojas de otoño, quedaron suspensos en el aire, flotando… como partículas de una amistad sin dueño. Las palabras, virutas de árbol caído que se sabe fulminado por el rayo del desprecio, ésas sí, brotaron de mi boca declarándose culpables antes de llegar a juicio, se penaron por si solas a cadena perpetua y se entregaron, reas sumisas y resignadas, a la cárcel de tu olvido. Allí cumplen condena sin que nadie las vigile, y rinden cuentas al diablo por su osadía, al mundo por su verdad y a ti por su torpeza.
Entre rejas, mi verbo palidece sin que el sol de tu mirada le penetre y le fecunde con ideas que llenar tantos escritos, tantos como han sido… y, lo que es peor aún, sin el calor de tu aliento, vaharada con aroma de hombre que se proclama vivo y se percibe muerto; hoy este verbo se arrepiente de su error, por la propia naturaleza de ser verbo y por su esencia inoportuna de ser verbo tan sincero. Mis sueños aún te quieren, son sueños infantiles que nacieron y murieron a la vez en el marco de un escaso micromundo, y pese a su leve envergadura, tan exigua, jamás hallaron cobijo en tu magno macromundo, no hay más que echar las cuentas, las cifras nunca fallan, no hay color… Tu mundo de ciencia es un mundo racional que abraza cosas físicas y se sostiene en argumentos basados en la lógica; el mío es un mundo de casa de muñecas con paredes de papel y sillones con olor a caramelo; es un mundo irracional que abraza la locura y se fundamenta en una urdimbre de sueños incumplidos, mecidos y arrullados por el viento que se los lleva lejos, es un mundo ilógico. La casa de mis sueños, antes de ser vieja, era pequeña y ruidosa, era redonda, por eso la gente decía que yo vivía encerrada en un cascabel, y, como me sentía feliz allí dentro, decidieron castigarme con el exilio. Me he quedado sin casa, mis sueños poco a poco se han ido quedando sólo con la parte ilógica e irracional que tienen todos los sueños del mundo, y ahora necesitan la razón, la tuya, que les reconduzca de nuevo, aunque sea por la vía del desdén, sobre raíles oxidados de un corazón de hierro, y a bordo de un tren con destino a alguna estación del olvido, que ya ni recuerdo cuándo, ni recuerdo dónde cuando me pregunto porqué.

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