domingo, marzo 13, 2011

10º (y último) poema de "los quinientos versos que hay en mí"


El proceso creativo ya concluye,
y el poema, igual que agua de un río,
a través de mi página,
mojada por un llanto viejo, fluye.
La inspiración toca a su fin
y la generosa musa
guarda celos y cuidados
dentro de su maletín.
El poeta que hay en mí,
se queda a solas de nuevo
enfrentado a la tristeza y la nostalgia
de sus dolientes momentos.
Siento… percibo cómo me vuelvo
vacía por dentro, y necesito escribir,
es mi único consuelo.
Te llamo a voz en grito
en el cálido desierto de mis noches
y no entiendo la callada por respuesta,
la arena de una duna
levantada con tus sueños, me ciega,
Lazarillo soy y busco
bajo las sábanas tu ausencia,
sin rozar tu cuerpo siquiera
con las yemas de mis dedos,
sospecho que te he inventado,
creo que te he diseñado
en un tapiz prestado por un gusano de seda.
Así, palpo dentro de mi alma
apretando fuerte,
en solitaria calma,
hasta parir varios versos
y construir un poema
que contenga ni uno más
ni uno menos de quinientos,
los quinientos versos que hay en mí.

No hay comentarios: