jueves, marzo 24, 2011

Ay, Punset, Punset...


El domingo, hojeando el suplemento dominical del periódico, XL Semanal, me detuve en la columna de opinión que escribe el insigne sabio Eduard Punset, “Excusas para no pensar”, en la cual respondía a la pregunta que semanalmente le formula un lector –supongo que cada semana será un lector diferente-, en este caso la pregunta era de marras: ¿Qué ventajas tendría un gobierno único? Parece ser que el lector se refería a un gobierno “mundial”
http://www.eduardpunset.es/11280/general/no-tiene-sentido-que-cada-pais-vaya-a-su-bola
Naturalmente se trata de un espacio de opinión donde, si bien el que pregunta, espera la respuesta de un entendido en la materia que solicita, también es cierto que lo que el entendido diga no tiene porqué ir a misa, pues en la contestación que desarrolla no se aportan datos concretos y contrastables, como ocurriría si la pregunta versara sobre algún aspecto científico, médico, demográfico, etcétera. En este caso el interpelado se limita a ofrecer su punto de vista acerca de algo más o menos etéreo y no medible, como lo puedo ofrecer yo, que es lo que voy a hacer a renglón seguido.
Sospecho que para responder a una pregunta tan complicada y de tal calado como la de la semana pasada, harán falta al menos dos cosas:

a) Mucho espacio para detenerse en análisis rigurosos y más o menos fiables.

b) Estar en posesión de varias cervezas, vinitos, chupitos y/o similares en el cuerpo, como para afrontar el debate con algo más que un poco de chispa en el cerebro.

Entiendo que Punset no dispone nada más que de una página escasa, entiendo que cuando escribió el artículo estaría sobrio, de ahí que yo entienda –a duras penas- su respuesta. Digo a duras penas porque me sorprende que una utopía como la planteada, se pueda resolver con una faena de aliño de apenas dos pases con la derecha, ni tan siquiera uno al natural –pá mí que este señor la izquierda la utiliza menos, sí-, sin trasmisión, aséptica, casi naïf, cuando pudo salirse por la tangente con una larga cambiada, diciendo: Caballero, el análisis que usted plantea, al menos de momento, pertenece al apartado de la ciencia–ficción, aunque también es verdad que la historia ya nos ha mostrado que todos los imperialismos han terminado por sucumbir; no obstante, le desarrollaré un tipo de respuesta alternativa destinada a utópicos, candorosos y derivados. Y el sabio Punset hubiese quedado como un reloj, o como un sabio diplomático, mejor dicho; así quedó como un articulista deslavazado, infantil y algo demagogo, pero en cualquier caso nada verosímil.
No seré yo la que haga un estudio pormenorizado de las ventajas o desventajas que tendría un gobierno único, pues además de que sería osada por ignorante, y aparte de incurrir en el mismo error del sabio, aún no he tomado la dosis necesaria de cervezas para asumir el reto. Seguro que el asunto sería ventajoso, no digo que no, ahora bien, lo que ya no me trago ni con una rueda de molino es cuando dice Punset que la idea no es descabellada, y que él vislumbra en su bola mágica que eso puede llegar a suceder en un futuro cuando se unan el dólar y el euro. Ahí es donde yo más discrepo, y ahí justamente es donde más se descubre la “inocencia” del pensador –jalonado de premios y doctorados, por lo que me consta-, al cual imagino bajando de su peana para responder preguntas “raras”, en una especie de consultorio normal, a gente normal, con un lenguaje normal y con unos razonamientos de andar por casa. Tal vez es lo que haría un científico laureado, o un Premio Nóbel en Medicina, si se ganasen la vida así, respondiendo preguntas a los lectores de un semanal o una revista como Mía o Pronto, del tipo: Doctor, tengo una verruga en la espalda ¿qué me aconseja, me la quito, la dejo o mejor que me la quite alguien?

Pero de ahí a que nos tome por tontos… en fin, porque yo le diría que…

a) Éste será un mundo globalizado, no digo que no, pero cada día surgen más pequeños territorios que demandan un reconocimiento histórico y cultural, y una mayor autonomía política, económica y social para sus regiones, países, comarcas, demarcaciones o como se quiera llamar, y están en su derecho de pensar así. Y le pondría ejemplos que tenemos a la vuelta de la esquina
b) No nos ponemos de acuerdo ni para pintar el rellano en una comunidad de vecinos, como para ponernos de acuerdo respecto a un Presidente Mundial
c) Lo de Presidente Mundial, no me jodas, Eduard, que suena a película de James Bond -o en su defecto, de Torrente-
d) La violencia no se acabaría nunca, siempre habría facciones contrarias, ideologías diferentes… a no ser que lo que este señor propugne sea el pensamiento único y universal, o una dictadura a lo bestia… se me abren las carnes de pensar en el poder reunido en la persona de un Presidente del Mundo, da vértigo, ya tenemos algo que se le aproxima bastante, y también vemos sus consecuencias cuando se le cruzan los cables.
e) ¿Qué tendrá que ver Malaui con Canadá, Vanuatu con Suecia o el tocino con la velocidad?
f) Lo de que la representación política hasta llegar al Parlamento Mundial, sería en plan altruista, ONG, o por la face como vulgarmente se dice, mueve a la risa floja, no vea… me descojono yo sola, y repito… sólo he tomado un café con leche y un bollo, eso, claro está, a no ser que cada uno acudiese por su cuenta al Parlamento ése a dirimir sus asuntos, aspecto que no dudo sería contemplado con absoluta transparencia y total equidad, y sería igualmente recibido por las huestes parlamentarias, tanto el tiburón financiero dueño de un ciclópeo edificio de oficinas en la Quinta Avenida de Nueva York, como un maorí despistado que se presentase vestido de traje regional con su correspondiente lanza.

Y no sigo porque me aburre discernir acerca de algo que la historia ya se ha encargado de demostrar a lo largo del tiempo: allá donde exista un colectivo humano siempre habrá luchas de poder, y cuanto más grande sea el pastel a repartir, más; otro… el pez grande siempre se come al pequeño, ya sea por la vía democrática o por la vía represiva, aunque es preferible que, puestos a que te devoren, te consulten primero y puedas votar “no”. Parece que mentira que eso un sabio híper-titulado e híper-laureado aún no lo sepa.

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