sábado, mayo 21, 2011

JORNADA DE REFLEXIÓN

Hoy es día de reflexión, no es, por tanto, día de hablar de políticos, ideologías, propuestas y similares. De modo que no lo haré, sólo vengo a hablar de PERSONAS con mayúsculas, que de eso sí se puede y debe hablar siempre, de la gente que vale la pena.


El jueves, la Casa de Zorrilla, mi querida Casa de Zorrilla para ser más exactos, despidió a la Concejala que ha estado al frente de su gestión -y de otras- a lo largo de dos legislaturas, concretamente en Educación. Al margen de partidos, que ya cansa hablar de ellos, en serio... resulta cansino el tema... la persona que encierra dentro esta menuda mujer con aspecto de apacible ama de casa, limpita, peinada y bien arreglá, ha valido la pena ser conocida por su carácter entrañable y cercano, por su sonrisa, curiosamente fue lo más loado el otro jueves: su sonrisa y su cordalidad. Se va de la política y, al margen de su gestión como cargo público, buena o mala, lo que deja tras de si es una hermosa sonrisa y un saludo cariñoso allá donde te ve. A mí es lo que me vale, la personalidad y el alma de la gente, lo demás... son medallas o boñigas que uno se va colgando de la solapa a lo largo de la vida, sin mayor trascendencia.



La ceremonia -improvisada e inesperada ceremonia de bautismo como poeta- que le dedicó la Casa como despedida, contó con la presencia de apenas un puñado de amigos, menos que en cualquier otra ceremonia que yo haya presenciado allí. Nos avisaron por teléfono, uno a uno y discretamente, a todos aquellos que de alguna manera hemos tenido algún vínculo con la casa del poeta y dramaturgo, gente del arte y de las letras: poetas sobre todo, había algún escultor, pintor, periodista -por poeta y escritor, no por periodista-, representantes de la cultura, pocos... y en ningún caso, políticos. Fue un acto no institucional, sencillo y eficaz como le gustan las cosas a Paz, Ángela, Jesús, Milagros, Ana, Juan-Carlos, Amparo... fue un acto entrañable plagado de anécdotas y guiños, de poemas dedicados a Angelines -como le dice todo el mundo-, sobre todo... dedicados a su sonrisa. Ella fue generosa en besos y saludos, fue cicatera en lágrimas, salvo cuando mencionó a su hija... y fue justa al reconocer que la hermosa y gran labor que se ha llevado a cabo en la Casa de Zorrilla, de promoción de la cultura, de la poesía, y de difundir el nombre del escritor y su vida y milagros hasta la saciedad, no ha sido "culpa" de ella, sino de los antes mencionados, todos... trabajadores incansables -no le hacen honor a la fama del funcionario cansado, aburrido y malhumorado-, eficaces, y sobre todo unidos por dos grandes lazos: el amor al proyecto que llevan entre manos, y el buen rollo y compañerismo que hay entre ellos, además del enorme cariño a Ángela Hernández -no me extraña, por que a "ella" le queremos todos nada más verla-





Por cierto... no sé qué maldad le estaría yo diciendo a la Concejala -perdón por el exabrupto... quería decir Angelines- para salir con ese gesto en la foto que nos hizo Anita Zamorano, la flamante y pizpireta guía del Museo -en la imagen inferior, la guapa rubia de la izquierda según se mira-



Pues eso... hablando de PERSONAS en la jornada de reflexión... te deseo mucha suerte en el nuevo camino que emprendas, Angelines, y gracias por acompañar con tu habitual templanza y cordialidad a los poetas -casi- siempre que hemos estado en la Casa -mi caaaasa....-




No hay comentarios: