PARQUES Y JARDINES

Senda de elefantes,
rutina paisajística de sedentes y paseantes,
a deshoras, solaz de funcionarios galopantes,
punto de fuga de los estudiantes,
los de ahora y los de antes,
santuario semanal de birra y calimocho,
miraobras, timadores del tocomocho,
incordia el nene, molesta el chucho,
engorda la morcilla, la legumbre y el bizcocho,
marujas vestidas de brujas
que pierden un kilo y ganan ocho
con deportes de riesgo edulcorados,
ancianos que caminan escorados,
árboles que se sientan encorvados,
parvas de hojas secas a los lados,
gabardineros asustaviejas excitados
y excrementos de perro amontonados.
Velódromo de aspirantes a ciclistas,
asombro y gozo de los turistas,
canes puros y mestizos,
rameras, chaperos y chorizos,
niños pequeños bastardos y rollizos.
Flora de parques y jardines,
papeleras, bancos y farolas,
mobiliario urbano hediendo a orines,
graffiteros, raperos, poetas
y otros muchos fulanos majaretas.
Jubilados, gestantes, adolescentes,
borrachos, sin techo, policías aquiescentes,
tullidos, domingueros, nuevos padres de familia,
y cholos que cuidan viejos, indolentes.
Ellos, y no nosotros, conforman el panorama,
es la fauna que da fama a nuestros parques,
es lo que llamamos amalgama,
es eso que vemos en vosotros,
en aquellos, en los otros,
y que, aún sabiéndolo, somos
pero no queremos ser nosotros.