domingo, junio 26, 2011

APOLOGÍA DE LA “K”

La “K”, tan denostada ella,
va a emprender una querella
en plan Cruzada singular.
Plato de segunda mesa,
en nuestro idioma interesa
que empiece escrito por “ca”
lo que se piensa y sueña en “ka”.
Karenina con kimono y Kafka con look kitsch
practican el Kamasutra, ciegos de kalimocho,
desgastando minga y chocho
en una Kawasaki de dos mil.
Raskolnikov, con problemas psicológicos,
mata un koala distrófico muscular
de cola larga kilométrica
y eje eléctrico kilovático,
arrojándole un kiwi relleno de vitriolo
en pleno karaoke en Kazajstán.
Kierkegaard, con una buena kurda,
en Suzuki, igual que un kamikaze,
se desliza con dos remos por encima de una pista,
con pinta de autopista, a bordo de un kayak,
vestido de afiliado al Ku Kux Klan
mientras le hace cuchufletas a la razón pura de Kant.
La “K” de todo eso, versus la “C”
de cariño, corazón, cárnica, caricia y coherencia,
además de caca, culo, cana, coño y conveniencia,
a golpe de verso, prosa y karate,
abre brecha en la escritura con karma,
con talante y con dulzura,
pero también, si es preciso, con energía y mano dura.

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