jueves, junio 23, 2011

GRABACIÓN DEL PRIMER PROGRAMA PARA TELEVISIÓN, TEXTOS Y CALDOS -O CALDOS Y TEXTOS-

Ayer fue la grabación del primer programa de televisión TEXTOS Y CALDOS O CALDOS Y TEXTOS. Fue en la Sala Porta Caeli, y contó con la presencia de unos invitados de lujo: Carlos Aganzo, poeta y Director del Norte de Castilla, amén de Premio Gil de Biedma de Poesía, ahí es nada… Amelia Guardiola, Directora de la Feria del Libro de Guadalajara (México), encantadora señora, y no lo digo en este caso porque le adorne su oficio, la conocí ayer mismo… me refiero a su simpatía, cercanía, cordialidad, aspectos de su personalidad de los que me pude dar idea más tarde tomando un pincho; y Ernesto Rodríguez-Monsalve, Director de la Joven Orquesta Sinfónica de Valladolid, joven, como señaló Kiko, talentoso, que nos deleitó con una de sus improvisaciones de jazz al piano. Eso, por un lado. Por otro lado, Kiko de la Rosa ejerció de anfitrión con su soltura y desparpajo habituales, oficiando como novel maestro de ceremonias en cuanto a que el evento iba enfocado a ser, además de punto de encuentro entre vinos y letras, un programa televisivo; su experiencia como oficiante en este tipo de liturgias, sin la novedad de las cámaras, ya está más que demostrada. En otra línea de fuego, los poetas: Jorge Múrtula, Ángel Pedrosa, Ángel María de Pablos y Poeta Bululú, nunca se viese ésta última tan bien acompañada de caballeros, poetas, flamencos, toreros, entregados a las letras y hasta un Don Juan postinero… Allí estuvimos, igual que los cuatro jinetes del Apocalipsis, y nunca mejor dicho, pues en las sillas altas que estaban destinadas para nuestro uso, algunos, los más pequeños de estatura, hicimos verdaderos equilibrios para no caer, aunque eso sí… convinimos Múrtula y yo en que el problema lo tienen ellos, los largos de estatura como Pedrosa, pues ha de ser un fastidio muy grande poder apoyarse en el suelo con los pies, controlando la silla –brioso corcel en este caso-, mucho más que estar sujeto, como nosotros dos, al libre albedrío de tan elevado taburete, colosal veleta.
Además de los mencionados, estaban los vinateros, los de las Bodegas de la Virgen de la Asunción, Ribera de Duero, de la orilla burgalesa; no sé si vendrá de ahí lo del vino que tiene Asunción, que no es blanco, ni tinto ni tiene color, en todo caso éste –los dos vinos presentados-sí lo tenían, un tono cereza oscuro bien bonito, como se encargó de señalar el que ejerció de enólogo entendido en la materia, por cierto… nos dio una excelente clase de cata, allí mismo.
Público entregado, más poetas y escritores -Conchi de la Horra, Lucía Santamaría…- caras conocidas disfrutando –Ángela de la Casa Zorrilla, Conchita Milán… -, caras conocidas trabajando y disfrutando –Henar Sastre, Alfredo Gómez del Norte de Castilla…- también representantes del Ayuntamiento – la Concejala de Participación Ciudadana y el Concejal de Hacienda…-
Por último, el equipo responsable de la grabación del programa, la Industria Visual, con Fernando Manteca al frente, logrando éste último que lo difícil, por ser todos nuevos en estas lides, resultase fácil y ameno.



Aprovecho para dar las gracias a todos: público, compañeros poetas, invitados, Kiko -especialmente a tí-, Fernando Manteca, Carlos por tu poema dedicado al jazz, Ernesto por tu música de jazz, género del que me confieso devota... muchas gracias a todos por esta inolvidable experiencia y hacerme ayer sentir tan bien.

Un beso.
Lo pasamos estupendo, para ser el primer programa creo que salimos airosos de la prueba, cada uno estuvimos en nuestra línea, y el tema a debate presentado –el escritor ¿nace o se hace?- para que tertuliásemos sobre él, me dio pie a enlazar con el poema que recité, el primero que muestro siempre en mis recitales, pues frente a poetas de verdad, como Aganzo y mis tres compañeros de taburete, lo único que podía decir es lo que dije… “hay poetas que nacen, otros se hacen, luego están los que lo parecen, y finalmente los que lo deshacen todo y lo ponen patas arriba, y ésa soy yo, pues…”

YO NO SABÍA QUE ERA POETA

Yo no sabía que era poeta hasta hoy que me lo han dicho.
Pensaba que los poetas son esos tipos raros
que lucen una flor en la cabeza y una pajarita al cuello,
que sostienen una perenne carta de amor entre sus dedos,
que usan gruesas gafas de concha,
van peinados raya al medio,
tienen aire despistado,
llevan los cordones de los zapatos sueltos,
son virtuosos de la lira,
guardan un libro bajo el brazo,
son dueños de la nada que encierra un amor imposible
y están pálidos como el lienzo de una sábana.
Pero me han dicho que no,
que uno puede ser poeta con martillo,
con escoba, con cincel, con una daga,
que uno puede estar curtido por el sol y el sufrimiento,
que puede tener las palmas de las manos ásperas,
la voz ronca, la mirada astuta,
la palabra exacta, el exabrupto a tiempo,
una barba cerrada de tres días,
un cigarrillo aplastado entre los labios
y hasta ir tocado con casco de minero.
Me han dicho que puede ser poeta cualquiera,
un domador, un sacristán o un banquero,
basta con haber sufrido, reído, amado, vivido
y haberse dado cuenta de ello,
basta con mirar el mar
y ver que es mucho más que un nido de sardinas,
basta con mirar el cielo
y descubrir tras las nubes ese amor
que escapó hace tiempo y ahora te hace guiños,
basta con sentir estremecer bajo tus manos la cabeza de un perro
cuando le acaricias con ternura el pelo.
Yo no sabía que era poeta hasta hoy que me lo han dicho,
y me he dado cuenta a tiempo
que se puede ser un hada con fregona,
princesa en zapatillas,
meretriz voluptuosa que se excita
cuando piensa en tu mirada, burlona y sandunguera
que hace cosquillas…
Y me alegra, me alegra mucho saber
que, si no soy poeta de lira y pandereta,
al menos puedo ser poeta de estropajo y de bayeta.


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