domingo, junio 19, 2011

LA PALABRA MÁS HERMOSA

Si no he entendido mal, la palabra elegida ayer, en el día E de la lengua cervantina, como la más hermosa de todas, fue Querétaro –bonita, sí-, a propuesta del hermoso actor mexicano –bonito, sí- Gael García Bernal. Gael, además de tener condiciones como lingüista y cómico, podría tener otras muchas aplicaciones que, por aquello del qué dirán, me abstengo de desglosar. Pese a todo, no estoy yo muy de acuerdo en que dicho vocablo sea el más representativo de la lengua que utilizó Don Quijote para lanzarse furioso contra aquellos diabólicos molinos de viento. No sé… qué quieren qué les diga, eso de Querétaro me suena más a maya que a manchego, más a indio Atahualpa que a Quevedo… pero bueno, todo lo que se elige de forma democrática ha de ser respetado, y la “queretarosis” también. Claro que, de haberme consultado a mí, la palabra propuesta por esta servidora hubiese sido otra con unas connotaciones mucho más universales en cuanto a lo que en ella se encierra de perentorio y necesario, me refiero a una locución que suena mejor de lo que huele, y cuanto más grande se escribe, mejor suena… hablo del “pedo”… sí, sí… como lo leen, el pedo nos representa a todos, hasta a los que se expresan en swahili, y es sinónimo de explosión, traca final, bombardeo, es la alegría del intestino sano, es susurro –cuando es pequeño y fruslero-, es fuerza, es… ¡energía eólica! ¿Hay algo más manchego que un pedo eólico recortándose en el horizonte? Qué va… además, comparativamente hablando, es mucho más concluyente e importante en nuestras vidas, que cualquiera de los otros términos presentados a escrutinio por sesudos literatos… libertad, belleza, verdad, gracias, amor… ¡pamplinas! Ya podemos estar arrestados en una jaula y privados de libertad como periquitos, que mientras nos tiremos un buen cuesco de vez en cuando, todo va bien; pero por muy libres, demócratas e indignados que estemos, como no nos funcione el tubo de escape… malo, si ya lo decía mi abuela: “el que eructa, tira pedos y mea claro, no necesita médico ni boticario”, y qué razón tenía.
Mi segunda alternativa como palabra más bella es en base a la cantidad, y hablo de “botarate”. Suena bien, es muy cacofónica y representa a verdaderas multitudes, no me negarán que botarates hay-los por doquier, todos somos susceptibles de ser señalados desde lejos con el dedo acusador por tal condición: mira hijo, le dice la mamá al bebé de pecho mientras le esconde en su regazo con cautela, aquel señor con bigote y chistera que va por allí, es un botarate, como papi; y aquella otra señora gorda que cruza la calle, es una botarata igualito que la tita Maruja… Estarán conmigo en que, puestos a cacofonear ¿no es preferible botarate a querétaro?
Finalmente, mi tercera opción va más en la línea de la calidad que de cualquier otra cosa, y la palabra elegida es “mediocre”. Qué bonita… mediocre también es una locución la mar de extendida, y representa justo el término medio, la virtud aristotélica. No simboliza la nada de ocre en absoluto, aocre, ni todo el ocre del mundo, omniocre… es precisamente lo que está en el medio, mediocre, que, referido a las personas vulgares y descafeinadas, también podría ser medigris… pero si no se utiliza tanto esta tonalidad es porque medigris recuerda a pedigrí, y claro, cuando uno tiene pedigrí ya no es medigris… lo pillan ¿no? El mediocre es como el pedo y el botarate, que está en todas partes, aunque, si bien el pedo es necesario, el botarate y el mediocre ya están sobrando, aparte de eso, un mediocre escenifica muchas otras cosas, casi todas negativas: pues el mediocre –o la mediocre-, sabiéndose botarate, puede llegar a ser un acomplejado por naturaleza; de ser así, también puede que sea envidioso, casi seguro; y si es envidioso, fijo, fijo que es mezquino, de tal modo que el mezquino llega a manifestar envidia hasta de los pedos ajenos, siendo incapaz per se, de mostrar, colónicamente hablando, cualquier atisbo de júbilo o alegría. Una pena.

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