viernes, junio 03, 2011

ME CUESTA TANTO NO VERTE



Me cuesta tanto no verte…
me cuesta un triunfo olvidarte
aunque triunfo esté mal dicho,
pues no es ganar cuando uno pierde
y es difícil no evocarte,
no lo digo por capricho.
Me retiro, me hago a un lado,
mas la toalla no tiro,
volcaré todas mis lágrimas
en un frasco con vitriolo
y me ducharé con ellas,
para que si un día
tú me encuentras por la calle,
no sepas que estás conmigo,
no percibas mi tristeza
y, si es posible,
hasta me veas contenta.
Ya tengo el alma adiestrada
de tanto practicar conmigo
lo de ir rogando al cielo
mientras, con el mazo dando.
Tengo la mala costumbre,
cuando amo,
de darme entera como ofrenda
y como aval dejar
mi corazón en prenda.
Mi cuerpo menudo, aún ágil,
no se entrega y no por gusto,
es tan sólo una carcasa
que encierra lo que yo siento,
lo que soy y lo que digo,
lo que miento y lo que,
al fin y a la postre, represento.
Es ese estuche que se tira a la basura
cuando nos dan un regalo
que se guarda en su interior.
El estuche encadenado de mi cuerpo
aquí se queda, cerca del contenedor,
mi espíritu, ese sí, está contigo
donde quiera que tú vayas.
Lo hará triste, sosegado,
apacible, furioso, dulce
y hasta con humor, pero siempre,
no lo dudes, con amor.
No quiero ser quien obstruya
los canales de tu vida,
el dique que obstaculice
el paso del agua que baña,
limpia e hidrata tu existencia.
No quiero ser quien bloquee
el camino que te lleve
hasta la felicidad.
Te daré mis bendiciones
a cambio de un gesto amable,
esconderé mis ojos
para que no les veas llorar,
y esperaré junto a la ventana
a que un día llegue a mi
ese bendito Alzheimer
que recibiré con un beso
de gratitud y con palabras
incoherentes de embeleso,
ese Alzheimer
que me impida recordar.

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