martes, junio 28, 2011

PRESENCIA DE ÁNIMO

Siento en sueños tu presencia,

te presiento,

y en mis caderas tus manos siento.

Dedos que rozan mi piel,

manos de artista, de músico, malabarista,

exactamente de pianista,

y entre los dos, tu instrumento.

Labios que recorren mi espalda,

mis senos, mi cara, mi pelo,

el lóbulo de la oreja y mi garganta.

Calor, ventanas abiertas,

fuera sábanas, sudor en la almohada,

un vaso vacío sediento de agua.

El delirio del recuerdo,

notas de blues que rozan, atraviesan

y horadan la nostalgia.

Noches en vela, erotismo fantasma,

sexo adaptado a formato alma,

pasión y entrega

y el espíritu de Eros en la brega,

coches que anuncian el despertar,

el silencio y la vuelta a la realidad,

mi lacerante soledad.

Nada más ha sido un sueño,

menos mal que ha sido un sueño,

un acto de amor sin dueño,

tu ausente presencia presiento,

y en mis caderas, tus manos,

siento que mi piel abrasan.

No sé qué pasa:

aquí no hay nadie más que yo

y mis circunstancias.

Miro al techo, cae la casa,

como un titán la levanto,

y, aunque curada de espanto,

vuelve a empezar el día,

vuelvo a soñar despierta

como antaño, como ayer, hoy todavía…

y aguardo a que llegue la noche

para sentir tu ausente presencia,

tan fría, tan inerte,

como tus dedos de artista,

de músico, malabarista,

exactamente de pianista.

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