jueves, junio 09, 2011

SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Ayer tarde, 8 de junio, fue el estreno oficial, en el Teatro Zorrilla, del montaje fin de carrera del otro grupo de alumnos de 4º curso de Interpretación de la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León.
La obra elegida y representada fue todo un clásico, Sueño de una noche de verano, de William Shakespeare, adaptada y dirigida para la ocasión por Carlos Marchena, e interpretada por:


Rubén Ajo, Eva Boronat, Alfredo Noval, Carmen González, Carlos Paniagua, Johanna Romo, Chema Esbec, Jessica Burgos, Ángel Martín, Jorge Pascual, Sandra Rodríguez y Andrea Fernández.

Con una escenografía muy sencilla pero eficaz –y efectista en algunos momentos de claroscuro-, y una puesta a plano de la obra dentro de un contexto más actual, los actores se movieron diligentes, a veces corrieron y trotaron por el amplio escenario, a sus anchas. El director, supongo que tratando de impartir justicia entre los alumnos aspirantes a graduados, hizo un reparto acorde al número de personajes, a la importancia de ellos según número de intervenciones de los mismos, contemplando que, cuando los papeles eran más breves, que no menos importantes, los actores hicieran doblete en un plis-plas, cambiando de registro más pronto aún que de indumentaria.
Me gustó la obra por ser ella, Sueño de una noche de verano, por ser, siendo clásica, “ligera” –ligera-mente cómica, no.... bastante más que eso-; por estar bien adaptada a los tiempos que corren sin perder su esencia ni desvirtuar lo que Don William quiso hacer de ella; por las interpretaciones de los chicos, la música, la iluminación. Me gustó.
Yendo por partes, como diría Jack el Destripador, a destacar determinados momentos o personajes:

- Tal vez, por los lazos de parentesco que me ligaron en otra vida anterior a alguno de los del elenco, me refiero a Freddy (A. Noval), siendo mi sobrino en Colección privada por obra y gracia de Miguel Ángel Mañas, y me refiero a Carmen, mi atribulada hija en aquella Ligazón valleinclaniana, no puedo por menos de expresarles a ambos mi reconocimiento en primer lugar y antes que al resto del reparto por su buen hacer –ya se sabe lo que tira la sangre para estos y otros menesteres-. Me consta de buena tinta que a Noval le carga un poco estar condicionado por su físico, en tanto que a menudo recaen en él los papeles de galán y seductor. Es lógica su pretensión de querer “ser otra cosa”, también hay que reconocer que se hace difícil verle en un papel de jorobado, por ejemplo; no obstante, aparte de haber demostrado, como lo ha hecho, que es capaz de interpretar a un psicópata asesino y todo aquello que se proponga con soltura, eficacia y buen nivel interpretativo, es de justicia valorar como difícil estar en galán y doncel enamorado, papeles que a priori parecen deslavazados y con poca “chicha”, con na-tu-ra-li-dad, sin afectación, haciendo creíble su personaje por la normalidad que le imprime y sin ningún aparente esfuerzo. Eso es un mérito, pues todos los que hemos hecho algo de teatro sabemos que es más fácil llevar a cabo la caricatura –por imitación-, la exageración, el histrionismo, la farsa, antes que la interpretación de lo que podíamos dar en llamar “la normalidad”, el clásico tipo vulgar y corriente que nos encontramos por doquier, con sus conflictos a cuestas y en cualquier parte, sin sobreactuar, lo que se dice natural. La cosa tiene su “aquél” y Noval hace un Lisandro cercano, en realidad parece que no hace nada por "hacer" a Lisandro de tan cómodo como parece estar dentro de su piel y de su traje; y eso sabiendo, como algunos sabemos, que en principio el traje de Lisandro no era muy de su agrado.
Carmen me ha sorprendido en su papel de Hermia –otra vez le corresponde en poco tiempo el rol de jovencita con trabas impuestas para lograr al joven de quien está enamorada-, pues he percibido una gran evolución en ella desde aquella Ligazón, me refiero a que, siendo una joven dulce, de ademanes suaves y modales sosegados, en el Sueño… derrocha una energía y un temperamento tremendos e inusuales, qué fuerza y qué genio gasta la buena de Hermia, cualquiera diría que a aquella jovencita acosada por la bestia parda de su madre, la mesonera, iban a crecerle las uñas hasta tal punto de sobrecoger al respetable cuando se abalanza, furiosa, contra Helena.

- Me gustó mucho Jorge Pascual (Puck) en un papel golosina, el del duende putero. El personaje, al igual que el encarnado por Chema Esbec (Lanza), es uno de esos con los que se queda el público nada más salir; es el típico rol de cómico entrañable, juguetón, y con su interés –además- para la trama. Ambos estuvieron realmente divertidos y cómodos en sus respectivos roles, suscitando la hilaridad del público en toda ocasión.

-La coreografía de la lucha, espléndida. Cómo se nota que estos jóvenes, además de a interpretar, han aprendido otras disciplinas como la danza, expresión corporal… etc… Fue un momento -a mi modo de ver, que siempre es el modo de ver de alguien sólo como público, pues yo no soy gran entendida en la materia- muy hermoso, siendo realizado con una gran limpieza y concreción de movimientos.

-Los seres de la noche –y los trabajadores de la ciudad- espléndidos en sus roles, Angel Martín, Jessica Burgos –qué presencia tiene esta joven tan elegante, muy bien en su papel de “madama” de las hadas-, también me pareció meritorio y muy bien interpretado por Johana Romo el personaje de Helena, todos, todos ellos... en fin… por no alargar más esta modesta crónica, desde aquí mi felicitación y enhorabuena a todo el elenco de actores, técnicos y director, por su buen hacer, y desearles a los primeros toda suerte de bienes en su inmediato futuro.

Por cierto, esta vez sí pude saludar a los actores al final, fueron ellos los que salieron de su escondrijo y se mezclaron con el público, tanto es así, que cuando me dirigía al parking de la plaza mayor, aún se divisaba a la puerta del teatro, entre un concurrido grupo de gente, algún actor enfundado en su traje de faena que, gozoso, paladeaba su triunfo en lo que, más que sueño, ha sido una verdad como un templo en una noche de primavera.


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