domingo, julio 03, 2011

EL TIEMPO

El tiempo es ave voladora que escapa entre mis manos,
es ese naipe que se resiste a jugar a mi favor,
es el amigo natural de mi enemigo,
es el amante sorprendido que salta cada día a través de mi balcón.
Surcar el tiempo es atravesar un mar de dudas
en un barco pirata llamado Libertad,
cuyo destino final es el puerto que desvela mi triste realidad.
Luchar contra Cronos es ser David contra Goliat,
es hacer de gladiador en un circo romano
contra más de mil relojes ávidos de sangre, con un hambre feroz.
Ir a favor del tiempo es dejarse seducir por un charlatán de feria,
sabiendo que, más pronto que tarde,
intentará timarnos con una patata partida a la mitad.
Sentarse a ver pasar el tiempo es, a veces,
ser voyeur a través de una ventana cubierta de barrotes
en el módulo de acero de una gran prisión.
Esperar que pase el tiempo para dar salida a los problemas,
es tanto como aguardar aburrido y resignado
ante la fila de una procesión.
Pensar que el tiempo todo lo cura es aceptar
que las uvas colgadas de una viga pierden brillo y se hacen pasas,
es comulgar con ruedas de molino,
es convertir el agua en vino,
es humillarse y ceder ante la prisa,
es aceptar la vejez con una mueca tonta parecida a una sonrisa,
es creernos inmortales con la mirada puesta en otra oportunidad,
es esperar ante el buzón esa carta de amor que nunca llega,
es buscar ansioso, bajo el árbol, el regalo de un Gaspar en huelga,
imbuido de promesas de mejoras salariales por una patronal.
Pensar que el tiempo todo lo puede es darle poder
ilimitado a un niño, a un tirano o un dictador,
es apostar por vivir inmerso en un cuento de hadas,
es tirar la toalla tras el primer asalto,
es la mentira piadosa que se dice a un terminal,
es… la boutade más grande que se ha dicho jamás.

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