martes, octubre 18, 2011

EN UN ABRIR Y CERRAR DE OJOS

Abrí los ojos y él estaba allí. Los cerré, y cuando volví a abrirlos de nuevo ya se había marchado.
Desde entonces soy insomne y mantengo mis párpados convenientemente apuntalados con unos palillos para que no caigan y se cierren. Temo no volver a verle más, presiento que si un día regresa y me encuentra con la mirada entornada, creerá que me he dormido, aburrida de tanto esperarle, y entonces se alejará definitivamente de mi lado para no volver nunca jamás.

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