lunes, octubre 31, 2011

TRISTE CONCLUSIÓN

Gritaba, gritaba, gritaba, gritaba…
Gritaba sola y en triste compañía, pues a su alrededor todos parecían dormitar como crueles testigos mudos de su absurda impaciencia, igual que convidados de piedra hecha barro, con corazones de lodo, ojos profundos e inexpresivos, excavados en lo más hondo de su propio lodazal, y un rictus severo, estúpido y anacrónico que no parecía corresponderse con el tiempo en que eso estaba sucediendo.
Todos parecían estar aburridos, aunque eso sí, no había ni un solo bostezo ni un mal gesto de fastidio o contrariedad en sus rostros pálidos e imperturbables.
Desesperada y sin resultado, aporreó la pesada puerta de piedra hasta hacer saltar la sangre de sus nudillos. De pronto… se hizo una luz en su entendimiento, que no en la puerta, y encontró la explicación a algo que siempre se había preguntado: ¿Por qué fabricarán las losas de las sepulturas tan recias y consistentes, si el que está detrás de ellas no tiene intención de escapar, ni tan siquiera viendo qué insolidarios son los que viven ahí dentro? -¡Venga, haced algo, dejad de mirarme como pasmarotes!-

Y llegó a una conclusión: Hasta estar bien muertos, nunca podemos estar seguros de estarlo.

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