jueves, noviembre 03, 2011

Inéditos principios



Página uno del capítulo uno del primer libro de mi primaria vida, dos puntos:
Nací en blanco de un vientre transparente, fecundado por una semilla translúcida. Mi madre no me vio cuando llegué al mundo. La comadrona tampoco. Tan sólo oyeron el vagido de un niño inacabado e invisible. Puede decirse que pasé desapercibido entre los muslos de mi madre, puede decirse que mi advenimiento a su lecho quedó inédito.
Mi padre consideró, cuando no me vio, que era un niño inexistente, lo cual me dolió en el alma y me dejó marcado de por vida; pero a la vez esa enorme -aunque cristalina- fortaleza, generada en las profundidades recónditas –aunque diáfanas, todo hay que decirlo- de mi ser, fue de gran ayuda para la cosa de mi autoestima cuando, llegada la edad adulta, seguí pasando desapercibido entre los muslos de las otras mujeres, y mi advenimiento sobre sus lechos, también siguió quedando inédito.

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