domingo, enero 08, 2012

RELACIONES HUMANAS Y SIN EMBARGO, CORDIALES



No tengo la ocurrencia de entrar con mi perro, cuando salgo a pasear, en tiendas de alimentación, bares o similares, pues todo el mundo sabe que está prohibido acceder con perros -yo diría que- en cualquier parte. Pero aún quedan establecimientos que no pertenecen al ramo gastronómico y que tampoco ostentan el prohibido canes en su puerta de acceso, de modo que ahí sí me aventuro –lo confieso- alguna vez a pasar con él. Si no podemos acceder los dos, sencillamente no entro y aguardo a mejor ocasión, lo que no hago es dejarle sólo en la calle. Mi perro pesa y mide poco más que un gato, sirva como aclaración, es noble, cariñoso, mimoso, precioso, y temo dejarle atado a una farola por si me lo roban o algo así, la naturaleza me ha hecho desconfiada respecto a la condición humana, qué le voy a hacer, será difícil que ya cambie de naturaleza y de condición.
Sin embargo he advertido que, pese a no estar restringida su presencia en algunos lugares, ésta incomoda a mucha gente, no a todos, eso es cierto. Cada uno somos de una manera de ser y sentir, y no todos estamos obligados a mostrar el mismo gusto por los perros, los gatos, los niños ni los humanos en general, así es la vida y así somos las personas. De tal modo que se establece un código de gestos entre el cliente levemente mosqueado por la presencia del perro y yo. El tipo entra en la tienda, pongamos que se trata de una ferretería, mira al bicho con cierta extrañeza, me mira a mí, mira de nuevo al bicho y piensa pero no dice: ¿cómo dejarán entrar chuchos en los sitios, con lo que deben contaminar…?
Yo tiro de la correa de Merlín y lo coloco entre mis piernas, o directamente lo tomo en brazos como a un bebé, entonces miro al fulano de turno y pienso pero no digo: dudo que mi perro contamine más que tú, está bañado, no con frecuencia… con lo siguiente -seguro que más que tú-, peinado y perfumado a diario -como tú-, vacunado, revacunado, desparasitado -como tú-, va vestido con chupa de motero con cremallera y bolsillos laterales -como tú-, está perfectamente atendido -¿cómo tú…?- Pero sobre todo… y fíjate bien lo que te digo, forastero, mi perro está mimado, es muy querido, sueña cosas hermosas, jamás tiene pesadillas ni problemas de afecto o autoestima, es ABSOLUTAMENTE feliz, seguro que lo que ni tú ni yo seremos jamás. Ahora dime ¿qué problema tienes con mi perro…? Ayyy, si la envidia fuera tiña…
Yo, además de mi perro, sostengo su mirada, pues soy capaz de sostener varias cosas a la vez sin dejarlas caer. El tipo baja la vista con aire dubitativo…
Después de este diálogo mudo cada cual nos dedicamos a lo nuestro, compramos, pagamos nuestros artículos, y no nos vamos del comercio sin un cordial –respetuoso, cortés, frío o rutinario…- adiós o hasta luego. Las relaciones humanas son hermosas –cordiales, civilizadas, respetuosas, correctas o frías…- cuando mantenemos este tipo de diálogos mudos y callamos mucho más de lo que pensamos. Qué bonito.

No hay comentarios: