Folio en blanco
que te ofreces a mis ojos,
dialogante, abierto,
fácil, generoso.
Folio que permites
que escriba y
cosquillee
con mi pluma en tu barriga.
Confidente que me escuchas,
amante fiel que no mientes
cuando me hablas a través
de la escritura,
te llevo conmigo siempre,
al trabajo, a la cama,
a la mesa, a cualquier parte,
salvo a la ducha
por motivos razonables,
tú eres gorrión y no trucha.
Folio, paloma blanca
fabricada con papel,
mensajera de mis sueños,
pajarita que se pliega
ante mis llantos
y se duele a mis quebrantos,
carta abierta a la esperanza,
a las dudas, al ingenio y la tristeza,
carta de amor,
arte y parte del alma,
instancia de enamorado
que solicita cariño,
y del adiós, con un guiño,
hasta levanta un acta,
epístola del recuerdo,
testigo de la pasión,
notario de últimas voluntades,
el portavoz del suicida,
abogado del diablo,
de crápulas y asesinos,
sentencia firme de muerte,
y, con el sello de un ministro,
armisticio de una guerra,
tratado de paz, qué perra,
hozando siempre en la guerra,
panfleto de sindicato,
y, de parte del galeno,
receta de pastillas contra el flato.
Folio en blanco que, a tu muerte,
arrugado y desgarrado en el adiós
y abandonado a tu suerte,
eres diana, eres blanco,
eres serrín del cajón de arena
en el que mea
mi gato.
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