viernes, septiembre 07, 2012

OLVIDO, NO DIMITAS


Superada la prueba del algodón a la que Merkel sometió a Don Mariano, visto que el rictus de Draghi ayer era de cierta tibieza tirando a risueño, vista la interpretación de los mercados bursátiles a los mencionados gestos, la vida sigue para los de a pie con esa inquietante duda que se les plantea ahora  a pensionistas y jubilados… ¿qué será de “lo nuestro” cuando lleguen los próximos recortes?

Mientras tanto, dejemos la economía a un lado, también la política, y centrémonos en las personas, porque es de personas el hecho de masturbarse en la intimidad, y si uno quiere tener su pequeño momento de gloria grabándose en vídeo, es cosa suya. Por eso entiendo que la concejala de Yébenes no debe dimitir por ese motivo -de escándalo para algunos-, quien sí debe dimitir como persona, caballero y elegante, es el fulano que haya hecho público dicho vídeo, a fin de cuentas ¿qué hace la concejala de extraordinario que no hagamos todos? Después de todo es lo único que podemos hacer en estos tiempos de crisis sin que nos cueste un ojo de la cara, masturbarnos como monos, incluso follar… de hecho el que no folla más es porque no puede o no tiene con quién, seamos sinceros.

Olvido Hormigos, querida, ni se te ocurra dimitir por cosa tan nimia, algunos colegas tuyos de la política que han robado a los ciudadanos o no lo han hecho, o les ha costado Dios y ayuda abandonar el escaño, a fin de cuentas tú has sido como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como, pero aunque hubieses estado follando con alguien… ¡sólo estarías jodiendo a uno! No como esos otros chorizos que te cuento, que joden a toda la ciudadanía que gobiernan, o la diputada aquella por Castellón, que sugería desde su escaño de la Cámara Baja que nos jodiéramos todos… di que no, tú a lo tuyo.

Así que te insto a que la próxima vez poses en condiciones, tú ya sabes, y si puedes después, hasta lo vendas, es lo que vas a sacar… Desde este humilde rincón cuentas con todo mi apoyo, y el miserable que te traicionó goza de toda mi reprobación –una pitada larga y sonora para el astado con devolución a los corrales-

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