-¿Adónde cree que va con esa
peluca? No está permitido entrar en el Palacio Real de esa guisa- Aseguró rotundo el tipo de Seguridad que
controlaba el Scanner de entrada al museo.
-¿Ah, no?-
-No. Lo siento, se la tiene que
quitar.-
-Pero esto es absurdo, ridículo...-
Respondió el visitante con tono agresivo.
-Jejeje... que no, hombre, que es
una broma-
El de Seguridad le dio una
pequeña y tranquilizadora colleja en el cogote. La peluca de algodón dulce se
le quedó adherida a los dedos, y con asombro vio que debajo de ella sólo había
un palillo. Un delgado y largo palillo de madera.
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