martes, noviembre 13, 2012

PLANCHAZO

 

 MARIDO.- 

Cariño, yo creo que nuestra plancha flirtea con la plancha del vecino de enfrente-

MUJER.-

-No digas tonterías, las planchas no flirtean, sólo queman si las tocas los bajos-

MARIDO.-

-Y qué bajos… esta plancha está buenísima, tesoro, absolutamente buenísima.-

 

Y mientras pronunciaba dichas palabras, acariciaba las curvas del pequeño electrodoméstico con sumo deleite, casi de un modo voluptuoso.

 

MUJER.-

-Te estás trastornando, Pepe, deberías ir a un psicólogo, a veces me das miedo-

MARIDO.-

-Apuesto a que ésa de ahí es macho, es más, desde aquí se le aprecian unas protuberancias que yo diría que son los genitales-

MUJER.-

-Pero ¿qué dices…? ¿A quién estás viendo los genitales? ¿Se puede saber de qué coño hablas…?-

 

La mujer suspendió la actividad momentáneamente, dejó de pelar patatas y se dispuso a mirar a través de la ventana de la cocina.

 

MARIDO.-

-La plancha del vecino. Es macho, lo que yo te diga, y le está tirando los tejos a nuestra pequeña-  dijo furioso, entre dientes.

MUJER.-

-Peeepe, Peeepe… ¿estás insinuando que aquella plancha tiene huevos?-

MARIDO.-

-Y bien gordos… fíjate, fíjate ahora que se mueve-

MUJER.-

-Esto es de locos… estás para que te encierren, lo vengo notando hace tiempo y ya no puedo más… me largo ¿sabes qué te digo…? ¡¡¡Me largo con mi madre!!! Ahí te quedas… ¡¡anda… y móntatelo con la plancha, no te quedes con las ganas!! ¡¡¡Folla con ella aunque te abrases la polla…!!!

 

Arrojó el delantal sobre la mesa y lanzó el cuchillo desde la puerta de la cocina con la habilidad de un indio. El marido, con reflejos, sorteó el acero, que salió despedido  por la ventana, yendo a impactar, casualmente, contra la plancha del vecino de enfrente. Se escuchó un grito desgarrador, como de plancha herida, y segundos más tarde el ruido de un golpe, el de la pobre plancha macho que caía abatida, en medio de un gran charco de sangre, sobre el pavimento del patio de luces.

El hombre asomó medio cuerpo por la ventana y, satisfecho, le hizo un buen corte de mangas al aparato mientras le insultaba con vehemencia:

 

MARIDO.-

-¡¡Cabrón…!! ¡Bien hecho te está…!!

Y a renglón seguido:

-¡¡Cariño…!! ¡Qué bien has estado, cielo…! ¡Ésa es mi Puri valiente!! Verás qué felices vamos a ser los tres a partir de ahora, ya verás…-

 
Puri se fue de casa dando un sonoro portazo que hizo temblar las paredes de pladur de todo el inmueble.

Pepe se quedó acariciando las curvas y el cable de la plancha. Gozoso y excitado se quemaba  las yemas de los dedos, que alternativamente iba retirando y sustituyendo por otros, mientras lamía con fruición los miembros doloridos y abrasados. La plancha, sintiéndose al fin la reina absoluta de la casa, se desperezó sensualmente y le soltó al hombre un chorro de vapor directamente a los ojos.

-Pero qué pico de oro tienes, Magefesa… esto es vida ¡al fin solos y libres!-

 

 

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