miércoles, diciembre 05, 2012

LA MARCA


 

 Tras unos breves instantes de reflexión, le dijo: "no quiero que lleves de mí nada que no te marque", y con un gesto rápido desenvainó la espada, apuntándole directamente al corazón.

Pensó que ella, asustada, se echaría hacia atrás de un brinco. Pero no fue así, es más...no movió ni un solo músculo, permaneció frente a él impertérrita.

Sonriendo de medio lado y de media gana, desvió la punta del arma hasta el hombro izquierdo de la mujer. A medida que lo hacía, simulaba sobre su piel una suerte de dibujo afiligranado.

A través del antifaz la miró a los ojos con intensidad. Ella  sostuvo su  mirada sin amilanarse.

Levantó el acero y lo dejó suspendido en el aire como si sopesara una decisión de gran calado. Después, con la agilidad que se le supone a un avezado mosquetero, e igual que si estuviese espantando moscas, cruzó el extremo de la espada varias veces haciendo  zigzag sobre dicho hombro.

 El resultado de la tirada fue una extraña cicatriz de diseño, un criptograma  que en realidad camuflaba un concepto de lo más elemental: su propia seña de identidad, ¡¡la Z del Zorro!!

 

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