miércoles, julio 10, 2013

LA SILLA DONDE ASIENTA MI PACIENCIA




Mi paciencia, cansada, se sienta sobre una silla
que, en vez de patas, tiende raíces al suelo,
qué maravilla...
Silla, árbol de madera,
aséptica como cama de hospital sin una triste mesilla,
sin respaldo, sin pedales, sin asiento, sin guantera,
tan pobre como un tercio de capote sin montera,
vive suspensa en el aire y flota con dos globos
amarrados a sus dos patas traseras.
Mi silla, donde asiento mi paciencia,
ya no es silla,
y por obra de algún loco ahora es árbol de levas
que activa mi mecanismo, o el de mi paciencia,
que viene a ser lo mismo.
Levas, levas, elevas y subes tan alto el tono
que siento perder mi paciencia por momentos,
y es entonces cuando dicen que grito, pataleo y me arrebato.
Llevan razón los que opinan que, si me sacas de quicio,
me sacas los pies del tiesto, me sacas de mis casillas,
me haces perder los nervios y logras que escape volando,
como humo, esta paciencia que huye…

…de mi árbol-silla…



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