lunes, septiembre 23, 2013

QUE LA SUERTE OS ACOMPAÑE



Llené la maleta como pude con casi todas mis pertenencias, libros, cuadernos, el portátil, la cámara de fotos, algo de ropa… y obvié deliberadamente el portarretratos con la foto de una pareja de novios, ya algo descolorida, y mi Suerte, que dormía tranquilamente sobre la cama igual que un bebé. Miré la foto por última vez y dije adiós a mis últimos moratones de la cara cuando me contemplé en el espejo, pero antes de tomar el sombrero y las de Villadiego para partir, no me pude resistir a un impulso rabioso, alcé la rodilla, y tomando con ambas manos el portarretrato, lo descargué con fuerza sobre ella, haciendo añicos el cristal. Luego rompí la foto en pedacitos pequeños hasta convertirlos poco menos que en confeti. Así corté con mi pasado y no quise seguir cargando con mi Suerte en el futuro, dado que siempre se había mostrado conmigo bastante roñosa y cicatera, por otro lado, cada vez que la Suerte se había manifestado magnánima conmigo, había sido mucho peor aún.

Unos meses más tarde supe por alguien que mi ex-marido y mi ex-Suerte ya me habían encontrado sustituta, una golfa de tomo y lomo, lo tomé con una gélida indiferencia, aunque reconozco con cierto pesar y vergüenza que no pude evitar una sonrisa de satisfacción cuando leí en el periódico una semana después que, de manera un tanto misteriosa, les habían sobrevenido las siete plagas bíblicas. A los tres. Qué cosas…

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