La pasada madrugada ha sido hallado sobre un banco
de Las Moreras el cuerpo sin vida de una mujer, aún pendiente de identificar,
con evidentes signos de violencia. La mujer, cabello castaño, raza blanca y
complexión menuda, presentaba múltiples
heridas en todo su cuerpo, sobre todo en tórax y abdomen, posiblemente
producidas por varios cuchillos de grandes dimensiones que se encontraban en el
mismo lugar que la víctima. Tras el levantamiento del cadáver, protocolo que
costó un triunfo, pues la finada no se mantenía erecta ni a tiros y hubo que
optar por dejarla tumbada, a su caer, fue conducida al Instituto Anatómico
Forense para serle practicada la autopsia. Parece estar descartado que éste sea un nuevo
caso de violencia machista, pues la víctima, cuando era transportada en el
furgón fúnebre, se incorporó varias veces para aclarar: “He sido yo, he sido
yo, he sido yo…”, lo que ha estado a punto de provocar que el acojonado
conductor del furgón colisionara contra otros vehículos, incluso carros tirados
por bueyes. Una vez en el Instituto Anatómico, los forenses han procedido a un
primer examen del cadáver y a su posterior desguace, se las han visto y se las
han deseado, pues su estado era tan lamentable que no daban con la entrada, al
final fue la propia víctima la que, en un encomiable alarde de paciencia, se
sentó sobre la mesa y les hizo un relato pormenorizado de cómo se produjo
cada herida. Según fuentes bien informadas que han trascendido a los
medios, no cesaba de hablar y hablar, raca-raca-raca-raca-raca… por lo que los
forenses, para poder realizar su trabajo, no tuvieron más remedio que rematarla
con un escalpelo tamaño tribu.
No están suficientemente esclarecidas las causas de
su muerte, y el informe que arrojan los peritos (el corazón partío, los
pulmones hechos picadillo que parecen hamburguesas, riñones para qué hablar,
hígado, páncreas y arterias gordas, irreconocibles hasta para la madre que les
parió, las arterias más chiquininas… asustadas, como es natural… etc… etc…)
presenta muchas dudas acerca de si la muerte se produjo por la propia escabechina
o, por el contrario, murió de un infarto al verse con tanta sangre. No se descarta, pues, que si tras el casting
habitual que se lleva a cabo entre
conocidos, desconocidos, matarifes profesionales o amateurs, para encontrar un
culpable que convenza y dé el perfil, no
supera la prueba alguno que guste un poquinín a los responsables de la
investigación de este ¿crimen?, el juez que instruye el caso dictamine que,
en lugar de que el cuerpo sea enviado al horno o al foso, al modo artesanal que
se viene haciendo siempre con cualquier cadáver, sea trasladado a dependencias
judiciales para ser sometido a un interrogatorio como Dios manda donde se
tomará buena nota de cuantos datos aclaratorios pueda aportar la víctima.
Más información en nuestra próxima edición de
Noticias.
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