Llega la muerte desnuda y
callada,
viene a por mí.
Lo noto en su olor y su
mirada.
Llega la muerte desnuda y
callada.
Con un guiño cómplice me
llama,
engaña y atrapa.
Me envuelve con su aroma
luctuoso
de dalias y crisantemos,
y con sus cálidas palabras
me acaricia y embriaga.
Yo, pobre mortal, me dejo
seducir
como un romántico cualquiera
y le pongo un par de velas
a Don Charles Baudelaire,
por si se quema, eso sí,
se las pongo al lado de los
pies.
Me intuyo como poeta
de rompe y rasga y verso libre,
y el más allá imagino
como promesa futura de
aventuras
que intentan alegrar mi vida,
poeta de puerta abierta,
de calcetín y bragueta
a quien la muerte desnuda y
callada
persigue, aprieta, admira y,
mientras estoy con vida, respeta.
mientras estoy con vida, respeta.
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