Reflexionando:
Entiendo que a
día de hoy las instituciones, teatros, espacios y programadores de espectáculos
-en general-, argumenten, sin que les falte razón, que la crisis, el IVA y
todos esos asuntos que todos ya sabemos, son el único, o al menos el más
importante obstáculo a la hora de no contratar, ceder sus espacios,
programar…etc… etc… Entiendo que somos muchos los llamados pero pocos los
escogidos, hablando en términos bíblicos. Entiendo que por un lado están los
profesionales, por otro los amateur, por otro los mediopensionistas, entiendo
que sobramos gente –tal vez esta menda lerenda la primera, para que nadie lo
diga por mí-, sí… si todo eso lo sabemos. Ahora bien, algunos, sino todos,
también sabemos que en muchos sitios –y no voy a generalizar, nunca se debe
generalizar ni en lo bueno ni en lo malo- ni se preocupan de mirar, leer o
examinar ese material que con toda la ilusión del mundo enviamos los que nos
dedicamos de alguna manera a este rollo del artisteo. Ni lo miran. De tal modo
que no conocen el contenido, ni de lo que se ofrece ni de lo que se pide, y
mira que suena mal esto de “pedir”… suena a limosna, a menesteroso, suena mal.
Estoy convencida que podría llegar a algunos destinos una oferta tentadora de
“todo gratis, estamos de liquidación, tiramos la casa por la ventana…” y no se
enterarían, sencillamente porque no lo miran, eso sí… seguirían argumentando lo de siempre a
piñón fijo, como un mantra, no hay dinero, no hay dinero, no hay dinero… sois
muchos, sois muchos, nos llueven las ofertas por centenares, no damos abasto…
supongo que ésa será una de las funciones de los responsables de programar
actividades culturales y de contratarlas
¿no? La de cribar y seleccionar el género que han de ofrecer a su municipio,
espectadores, socios, lo que sean en cada caso, para hacerles llegar la mejor
opción y al mejor precio. Con esas respuestas educadas pero lacónicas,
descafeinadas… sois muchos, es caro, sois muchos, es todo muy caro, no hay
dinero, pim, pam, pim, pam… sin haber mirado tan siquiera lo que contienen los
dossiers que se envían, lo que hacen es meternos a todos en el mismo saco, sois
muchos, sois todos iguales, todos venís igual –dando por culo, es lo que
subyace debajo de esa fría y exquisita burocracia de salón-. Se equivocan, señores
responsables de este tinglado de la cosa cultural, ni somos todos iguales -ustedes
tampoco, conste…-, ni ofrecemos lo mismo, ni “pedimos” –qué mal suena, hay que
joderse…- lo mismo. Algunos seremos peores que otros –me apunto la primera en
el lado de los “malos”, para que vean…-, y aunque sólo sea por eso, porque los
hay muy buenos, que “piden” lo que les parece justo, o no piden nada, vaya
usted a saber –como no lo lee, querido, qué va a saber usted…-, aunque sólo sea
por eso, y porque tienen la responsabilidad de ofrecer la mejor alternativa en
relación calidad/precio, deberían tomarse la molestia de abrir los correos,
leerlos y… responder… sí, responder: váyase usted a la mierda con su
espectáculo, que no vale un carajo y encima me pide un ojo de la cara. Dígannoslo
así de clarito a los menesterosos que rascamos sus puertas con las uñas, pero
por favor… no lo hagan sin haber leído la oferta y salmodiando lo de siempre
como loros, no hay dinero, sois muchos, no hay dinero, sois muchos, no hay
dinero, sois muchos, sois caros, sois muchos...no, si al final vamos a ser como
los políticos, caros y demasiados.
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