MUJER DIABÓLICA
Sangrante Lucifer, taxi hacia el infierno
con amantes y chofer,
fascinante charlatán, irresistible
Leviatán,
ardiente piel de Satán guarnecida en
tafetán.
Deslumbrante Luzbel, hembra de serpiente
cascabel,
portera de noche en su torre de Babel.
Perversa Belcebú que galopa a lomos de un
cebú,
silencio mudo de un amor que hablar de él
es poco menos que tabú.
Tórrido Mefistófeles que escuece
como la cálida e insidiosa picadura
de un Anófeles
repartidor de Tele-Malaria a domicilio,
correveidile de urticaria al por mayor,
mosquito emisor de deuda hipotecaria.
Mujer astuta y arpía, como un trago de
cicuta en una orgía,
por obra y gracia de Dios aupada en un
retablo,
y por afán del Diablo, hundida entre la
paja de un establo,
carne de cañón propensa al revolcón,
promiscua dama, homérica tejedora de un
vocablo ignoto,
escudriñadora del averno a bordo de una
moto de potente cilindrada,
acreedora al mejor polvo que esconde entre
sus piernas
la punta de un venablo, ya sabes de lo que
hablo.
Casero y artesanal Anticristo,
fámula doméstica con potente y penetrante
olor a pisto,
inocente y perversa, es la zorra que ataca
con sus guisos
y seduce poco a poco de un modo
imprevisto,
aniquilando con besos y caricias,
mientras,
con sorprendente y fría calma, se apropia
de tu alma
y se fuma ante tus ojos, con lascivia, tu
propio Montecristo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario