Se cierran unas puertas y se abren otras, acaba un
año y empieza otro. Éste que arranca, 2016, amenaza con hacerlo de manera
apasionante, incierta, expectante, según se mire, sobre todo si lo miramos desde el lado de la
política que nos acecha, interesa, da de lado o pasa de nosotros -según se
mire…-
Dicen que Dios aprieta pero no ahoga, creamos o no
en la divinidad o en su magnánima voluntad de soltar el nudo corredizo de
nuestras corbatas, para darnos ese respiro que nos permita seguir adelante,
hemos de confiar en que las cosas se resuelvan con unas elecciones –las
pasadas-, con otras segundas que clarifiquen o enturbien aún más el panorama
planteado, y de no ser así, seguir sumando elecciones hasta llegar a diez y
gritar ¡mambo! ¡¡Será por elecciones!!
Pero nosotros, a lo nuestro. Poeta Bululú, tras un movidito 2015, con dos
nuevos montajes en nuestro haber al más puro estilo Poeta Bululú, Llámame
alondra y Penélope bajo la lluvia, y esos breves escarceos -pero al final la
mar de eficaces- con otros colaboradores, los denominados Sainetes de cuarto y
mitad, entramos en 2016, artísticamente hablando, sin titubeos, prisas, grandes
desafíos ni pequeñas dudas. Lo tenemos más claro que la clase política,
afortunadamente, claro que también somos menos y además pensamos lo mismo…
Apostamos por seguir siendo nosotros con nuestro
inconfundible estilo y modo de hacer las cosas, tirando de textos y
producciones propias, intentando que el teatro signifique en nuestras vidas lo
que empezó significando en su día, hace ya unos cuantos años: motivo de
divertimento y distensión; que cada actuación sea única, además de todo un
acontecimiento, sin que importe demasiado si tenemos cinco actuaciones o
veinticinco, cincuenta de público o ciento cincuenta y cinco… que las cifras
sean sólo eso, numerología, no un fin y mucho menos un medio.
Tras varios años de rodar por escenarios, grandes,
pequeños, todos igual de dignos, podemos decir que no hemos aprendido casi
nada, bueno… algo sí… que el teatro COMO AFICIÓN, que es lo nuestro, nunca debe
conducirnos al abatimiento o la desilusión por el hecho de no ver compensados
nuestros esfuerzos o talento con números… esas malditas cifras, entre otras
cosas, porque somos igual de dignos que los espacios que pisamos, porque nunca
hemos suplicado para actuar en un uno de ellos y, lo más importante, seguiremos
sin hacerlo. Los coros que queremos escuchar son los mismos que hemos escuchado
hasta ahora: los aplausos cariñosos del público, sean cinco, veinticinco,
ciento cincuenta y cinco… números, números, números… Tampoco iremos a unas
nuevas elecciones si no ganamos premios, uno, dos, tres, números, números,
números… A menudo se piensa más en los
números que en las personas que están tras ellos, craso error, afortunadamente en
Poeta Bululú los escaños están contados y son siempre los mismos, no tendremos
que reelegirnos, qué bien.
No se trata de inmovilismo, al contrario, en 2016,
además de hacer lo de siempre, “las cosas de Poeta Bululú”, queremos que el
público -ése que nos aplaude sin entrar en cifras de asistencia- sepa que somos
capaces de hacer “otras cosas”, por eso nuestro próximo proyecto -humor, humor,
humor-, que se llamará Un talismán de bellota, será algo nuestro y diferente a
la vez, contaremos con un reparto de estupendos actores, en el que no estará
Ana Mª Rodríguez, como siempre, pero sí estará al otro lado, escribiendo la
obra y dirigiendo, y el Rudo a lo suyo, técnico sonido-iluminación/montaje
musical/regiduría/montaje escénico/transportista/chico para todo.
Seguiremos creando, a nuestro ritmo y estilo, sin
marcarnos metas ni sentir el aliento de las prisas y de los números en el
cogote. Nuestro intento no es competir ni en talento, ni en escenografías, ni
en vestuario, ni en nada ni con nadie. A veces los árboles no nos dejan ver el
bosque, es cierto. Pero haciendo balance de lo pasado, y mirando a los ojos de
lo que vendrá, lo tenemos claro. Sólo pretendemos seguir divirtiéndonos
mientras somos Poeta Bululú. Que ustedes
lo elijan bien, ¡¡pero elíjannos a nosotros!!
¡FELIZ 2016!