viernes, mayo 22, 2020

Yo a mi bola (Sutileza)


SUTILEZA
Ana Rodríguez (Poeta Bululú)

Llevo siendo usuaria de Facebook ya bastante tiempo, y es posible que aún no haya aprendido los códigos imperantes -y no escritos- que rigen esto. Lo cierto es que me sorprende algo que ocurre cuando uno se lanza a postear, sobre todo, si es sobre temas espinosos, ya saben a qué me refiero, aunque puede pasar que los ánimos estén tan susceptibles, que se caldeen por el simple hecho de dar la hora o los buenos días, y te respondan “pues anda que tú”.  Entiendo que quien postea y crea una publicación en su muro o perfil, es quien lleva la voz cantante y responsabilidad acerca de dicha publicación. Los comentarios de amigos o desconocidos que vendrán a continuación, estarán en consonancia –a favor o en contra- con el tema mostrado, que no “debate propuesto”, no siempre que uno expresa un pensamiento, imagen, enlace o texto de la índole que sea, lo hace con el ánimo de ser respondido masivamente, puede que sólo sea un desahogo. Dicho esto, es verdad que los muros o perfiles o como se llamen, son simples escaparates, son de dominio público y cualquiera puede opinar. Pero, si el que crea una publicación, está creando una tendencia o abriendo una brecha en el sentido que sea, incluso sentido ideológico, y el que viene a comentar, sin encomendarse a Dios ni al Diablo, entra como elefante en una cacharrería, sin saber si mata o espanta, es posible que le den el alto, y no por falta de talante o cintura para aguantar las críticas –que luego van y te dicen que te aguantes con los comentarios que no te gustan, que para eso es público- . No, señor, no…  el problema no lo tiene el que ha abierto la cata, el problema lo tienes tú, que, sabiendo de qué va la cata, entras a provocar, porque a eso es a lo que entras cuando, sin conocer al dueño de la página, y viendo que lo que escribe es radicalmente contrario a lo que piensas –y posiblemente también de lo que opinan la mayoría de sus contertulios-, vas allí, te tiras un pedo ante sus narices y encima dices que  huele mal.

Y pongo un ejemplo bien gráfico, si mañana yo acudo a una concentración de VOX, por poner un ejemplo –o de Esquerras o de Batasunos, me da igual… que nadie se pique que es sólo un ejemplo-, y me cuelo en el medio de “Su manifestación” enarbolando banderas o símbolos, cuya naturaleza es radicalmente contraria a la suya, bien… no pasa nada, la calle es libre, pero me expongo a que salgamos por peteneras y me suelten un par de leches -y casi con razón-, porque está claro que entro a PROVOCAR, y lo único que denota por mi parte es un exceso de temeridad o una flagrante falta de luces.

Otro ejemplo, si yo voy a una concentración motera de los llamados Ángeles del Infierno, unos tipos con sobrada fama de ariscos, y entro allí llamándoles “mariquiiiita, mariquiiiita, mariquiiiita…”, todo lo más que puedo esperar es que me pongan mirando a Cuenca y me sacudan hasta en el velo del paladar. Haría falta un poco de sutileza… “oiga, Señor Malencarado, sepa que su moto de usted va dejando un reguero de aceite colosal y nos vamos a matar de un patinazo…” Bueno… eso ya es otra cosa ¿no?

Bromas y ejemplos aparte, puedo decir que nunca he borrado comentario alguno ni he bloqueado a nadie, me gusta que la gente se muestre “en su tinta”, y brille o se descalifique por si sola. Cuando te viene algún/a insolente o maleducado/a, si le borras, le estás haciendo un favor en realidad, ocultando sus carencias o defectos. Todo lo más lejos que he enviado a alguien, cuando se ha puesto impertinente, ha sido a tomar por culo.  Es bonito el debate, el intercambio educado de opiniones, con respeto y… sutileza, pero es de primer curso de Prudencia y Discreción saber:

      a)     dónde y cómo te metes,

      b)    no intentar adoctrinar a alguien –que encima no conoces-  que ha mostrado claramente y sin reservas sus ideas, sentimientos, filias o fobias,

      c)     asumir que puede que la respuesta a tu injerencia no sea de tu agrado

      d)    que una lectura reflexiva de “El arte de la prudencia” de Baltasar Gracián te sería muy beneficiosa

miércoles, mayo 20, 2020

YO A MI BOLA ("El paripé de la pingo"

EL PARIPÉ DE "LA PINGO"

Regulado desde mañana el uso de las mascarillas, por fin…
Subrayo algo, en el artículo 3 del BOE se señala claramente que esta medida será “siempre que no sea posible mantener una distancia de seguridad interpersonal de al menos dos metros”, y en la disposición final  segunda hace notar que esta medida “mantendrá su eficacia durante toda la vigencia del estado de alarma y sus posibles prórrogas”. 
Entendido.  Acatemos, pues, la normativa que emana de la autoridad competente, cumpliendo escrupulosamente cada término.  En interiores es obvio que no se pueden marcar esas distancias interpersonales de los dos metros; en la vía pública, depende… si te cuidas de acudir a lugares concurridos, o en horas de mucha afluencia, puedes garantizarte esa distancia social  y pasar de mascarilla sin que ningún probo ciudadano te recrimine, estamos ¿no?
Ahora voy yo a lo de la distancia social de dos metros. Creo haber entendido bien que el uso de la mascarilla no exonera de marcar dichas distancias, pueees… hay quien no lo entiende, pero muchas personas. Como llevan puesta la mascarilla, pese a que se pueda producir dicho distanciamiento, te arrollan y pasan casi por encima de manera literal, apuesto a que se creen que ese artilugio en la boca, garganta, frente o colgando de una oreja, donde la tengan a bien poner, les confiere una protección como la celada que llevaba Sir Gregor (Montaña) en Juego de Tronos, y aunque uno trate de marcar territorio haciéndose a un ladito, te viene el Sir Gregor de pacotilla y te tose en las mismas fauces, eso sí… con la celada bien enrollada al cuello, como si fuese una bufanda, que eso lo he sufrido en mis carnes esta misma mañana en el “Carrefú”. Por cierto, hago un inciso y luego retomo… hacía mucho que no iba al Carrefú y pensé que tal vez las medidas sanitarias iban a ser más estrictas, bueno… en realidad no había… medidas… me ha sorprendido, simplemente. Desde aquí aprovecho, ya de paso, para dar mi enhorabuena al establecimiento de la cadena LIDL, Av. Santander, por su excelente gestión desde que empezó esta movida del confinamiento, donde nunca ha faltado nada, desde el principio, y todos sus empleados se han mostrado diligentes en todo momento, reponiendo, informando, controlando  el acceso de clientes y facilitando el uso de guantes y geles al público, mi nota para ellos es de “notable alto” (“suspenso” para ese público que exige de malas formas a la salida del comercio, que el responsable que está a la puerta le regale unos pares para llevarse a su casa).
Retomo lo de la mascarilla y la distancia… que una cosa no quita la otra. Porque, seamos sinceros y ahora que no nos lee nadie, la mascarilla tiene su utilidad, ¡y mucha! Pero lo que vamos a lucir esta primavera en las calles, mucho me temo que va a ser la mascarilla modelo “pingo”.  La quirúrgica de casi un euro, esa azulita con las gomas… de toda la vida en el hospital ha sido mascarilla de usar y tirar, como las batas verdes de papel, estoy harta de llevarlo a la práctica ante casos de pacientes aislados; si estoy en un error que me corrijan mis colegas -excelentes profesionales todas- que pasan por aquí. Precisamente ahora se mira más lo de “tirar” por razones obvias; si el material está en precario, se alarga la vida de las mascarillas, pero de siempre han sido un “usa/tira, usa/tira”. A lo que vamos, que levante la mano quien esté usando esas chismas con la frecuencia requerida, es decir, ¿tres, cuatro al día…? lo que supondría una pasta gansa. Entonces ¿qué se hace? Hemos leído de todo, las lavan, las hornean, las planchan, hasta las cocinan a la chilindrón para reutilizarlas varias veces –normal… he escuchado en la radio que el gasto medio al año por familia en mascarillas podría suponer 1300 euros-, como eso es un disparate colosal, al final ¿qué llevas puesto…? –y no es una pregunta caliente-, pues una mascarilla más chupada que la pipa de un indio, o lo que llamo modelo “pingo”.
Bien, el lunes puede que nos veamos en la tan codiciada Fase 1. Podremos alternar hasta en grupos de a diez. Si nos admiten en una terraza a los diez guardando los metros, no creo que entren más grupos, si paseamos por la calle Santiago, los diez, no creo que entren más grupos, tal vez esto es exagerar, pero aun así tendremos licencia para estar más junticos, eso sí, no nos pasará nada porque estaremos a salvo con la modelo “pingo” creyéndonos Sir Gregor, ja-ja-ja-ja-ja…
Pueees, creo que paso de esta ronda, la verdad y, como mi exquisita responsabilidad ciudadana me lleva al cumplimiento de la normativa en todas sus vertientes, mientras se pueda, os quiero a todos… os quiero a todos a más de dos metros, no os mostréis lisonjeros, retozones ni cercanos con “la pingo” colocada a la remanguillé ni a la perfección, pudiendo estar lejanos si el sitio lo permite, majos. Nada de frotamientos ni refociles, que corra el aire, ya lo sabéis. No seré sanitaria vocacional pero conozco el oficio, y esto de la mascarilla para un alto porcentaje de la gente –hablo en abstracto otra vez, qué manía…- es sólo un paripé. Admitamos paripé como animal de compañía, pero, como reza el bolero, contigo en la distancia.
Una última reflexión…hummm… eso de pedir cita para ir la piscina, para ir a la terraza, esos cuadrantes que ponen en la arena de la playa para delimitar –creo que me produce ternura y algo de pena ver cómo se esfuerzan los operarios en poner unas tiritas de plástico que al primer golpe de viento se verán sepultadas bajo la arena-, esos partidos de fútbol sin público, puede que hasta representaciones teatrales a puerta cerrada… no sé si es que exageran en los telediarios, pero me pregunto… ¿no sería mejor haber pasado este verano de todo, playas, piscinas, no-ferias… y haberlo dejado para más adelante? Mucho me temo que estas vacaciones ir a cualquier parte va a ser como lo del uso de la mascarilla para algunos… un paripé.

Ana Rodríguez (POETA BULULÚ)